miércoles, 27 de octubre de 2010

Palabras santas (Tributo al Cuchi Leguizamón)

Hola, les presento una reseña y transcripción de una gran disco en vivo del Cuchi Leguizamón que publiqué en el diario La Mañana (Bolívar).

                      PALABRAS SANTAS

El Cuchi Leguizamón fue un compositor fundamental de nuestra música popular. Sus obras reflejan refinamiento musical y la profunda raigambre que el compositor tenía con su medio ambiente. Sus temas, escritos junto al poeta Manuel J. Castilla, poseen entidad de clásicos. Gran parte de los músicos actuales en algún momento de sus carreras han caído bajo su influjo (podríamos rastrear por lo menos una decena de discos con su repertorio, sin contar aquellos que contienen muchos de sus temas).
En cuanto a la relación del Cuchi con la industria del disco, Juan Martín y Delfín Leguizamón, dos de sus hijos, comentaron: “El Cuchi se llevó toda su vida muy mal con las discográficas. Nunca aceptó que le impusieran condiciones leoninas de contratación, y mucho menos limitaciones a su obra. Decía que los empresarios de las discográficas tenían que preguntarle a él cómo se hace un disco, no enseñarle a hacerlo.”
Pero el Cuchi también fue un personaje en sí mismo, gran contador de cuentos y anécdotas, era un conferencista de excepción porque combinaba sabiamente el humor, lo popular y la erudición. A menudo, solía presentarse él solo con piano. Con su particular tono provinciano, el Cuchi elaboraba bellos prefacios para presentar sus temas. Y esas introducciones se constituyeron en obras en sí mismas, en pequeños capítulos de alguna enciclopedia del folklore argentino.
Una muestra cabal de lo que era una recital de Leguizamón es “Cuchi Leguizamón en vivo en Europa” (1991), registro que editó el diario Página 12 allá por el año 2004. “Una chica francesa que vino a estudiar bandoneón con Rodolfo Mederos había ido al concierto y trajo la grabación. Me contactó y me dio una cinta que guardé por unos años - cuenta Delfín Leguizamón - Liliana Herrero nos pinchó para que lo editáramos. No teníamos idea de los pasos que había que dar, pero nos pareció que era importante hacerlo.”
Y así “Cuchi Leguizamón en vivo en Europa” salió a la luz para beneplácito de sus seguidores y amantes la cultura popular argentina.
Lo que leerán a continuación es una transcripción textual de las palabras del Cuchi presentando tres de sus temas. Obviamente, se pierde su portentosa voz, sus inflexiones, esa risa endiablada que se escapaba de su bocaza, pero al menos es un intento de aproximarse a su arte. También es una invitación para buscar y disfrutar este registro, que contiene un ramillete de palabras santas a cargo de don Gustavo Leguizamón, el Cuchi para todos nosotros.
(Una aclaración: cuando el Cuchi se refiere a Manuel o al Barbudo, está hablando del poeta Manuel J. Castilla, su letrista favorito).

Maturana
“Alguna vez nos llegamos hasta el río Lavallén de Jujuy con Manuel buscándolo al chileno Maturana, un hachero que se había aquerenciado a orillas del Lavallén. Ahí, en sus días de fiesta, los sábados, se producían sus memorables asados. Nos invitó una vez para que fuéramos. Llegamos, nos recibe la mujer, una chilena buena moza, muy criolla, sonriente. Le preguntamos por su marido y dice: ‘Ahí está ve, haciendo el asado. Recién se ha estado quejando, estaba acordándose de su tierra chilena, dice que quiere volver. Yo no lo entiendo, esta aquí y vive llorando su tierra chilena; va a Chile y vive llorando la tierra de Lavallén’.
Entonces, el Barbudo le dice: ‘Nooo… hay que avisarle a Maturanita, con la tierra no caben dos amores. Se puede querer a dos tierras, pero no al mismo tiempo. No hay que armar entrevero sino va a sufrir mucho’, y se reía el Barbudo.
A todo esto, llegó Maturana, un hombre criollo fabuloso, un chileno increíble, y yo lo veía a Manuel que anotaba algunas cosas. Entonces cuando salimos le dimos un abrazo, nos despedimos y Manuel me dice ‘Ya he hecho la letra’, escuchá: ‘El que canta es Maturana, chileno de nacimiento / anda rodando con toda su tierra adentro / andando por estos pagos en Salta se ha vuelto hachero / si ha de voltear un quebracho su sangre llora primero…’

El aveloriao
“El aveloriao es un personaje del norte argentino. A veces se nos muere algún amigo y vamos todos al velorio. Allí se da el pésame, las mujeres lloran, algún chango también lagrimea acordándose del difunto. En ese ambiente triste de la muerte entran al velorio. Y ya prontito el criollo se cansa de la muerte, de la tristeza y empiezan a contar cuentos. Y los cuentos van subiendo de tono, y por ahí, hay alguna vieja que está escuchando el cuento, pasa y dice: ‘¡Hay… Por favor, en respeto del difunto no cuenten cuentos tan verdes!’ La gente se calla y enseguida aparece algún aguardiente para mejorar la situación. Y vuelven otra vez a empezar los cuentos o alguien vuelve adentro para hablar con la mama del difunto, o la mujer y acordarse y llorar un poco. Pero el criollo no tiene paciencia a todas estas cosas. En seguida ya se olvida y está pensando que la alegría lo puede solucionar todo. Así va pasando el velorio hasta que llega el amanecer, con copas, sin dormir y van a enterrarlo por fin. Bueno, llegan, lo entierran, alguien dice un discurso y ya carancho a su rancho, como dicen los criollos, cada uno se va para su casa. Entonces el aveloriao, este personaje que les quiero señalar, sale y va desubicado de la existencia, entre la pena, la amanecida y las copas, son todos desenchufantes de la realidad electrónica provinciana. Y por ahí pasa algún ejecutivo que está apurado y le pega el grito y frena, porque casi lo atropella y le grita: ¡aveloriao!
Ese es el aveloriao, justamente, el que ha estado en el velorio, que no conecta naturalmente con la vida. Al día siguiente todavía está en la pena, todavía está en esa reflexión obligada de lo que es la brevedad de la vida.
Bueno, y una vez se me ocurrió a mí aveloriarme y llego a mi casa, amanecido, y digo, bueno, voy a componer una chacarera para el aveloriao y empiezo a tocar, se me entreveraban los temas, me salían unas disonancias, y digo, ‘cómo me voy a poner a corregir todos estos errores que son propiamente del aveloriao’ Tiene que quedar así, y así quedó.”

El rococo
“Los rococos de mi tierra son sapos muy grandes. Es un gran cantor, ellos cantan en los vados de los ríos, es decir, en los charcos aledaños al río donde hay agua tranquila. Se los ve comenzar el canto, hacer tuttis corales y sobre todo: ¡yo no sé si existe o no una batuta secreta que los hace callar a exacto tiempo! Yo he afirmado, con la irresponsabilidad que se me caracteriza, que los rococos tienen una cultura coral. Lo que sucede que en este mundo de las contradicciones en donde le negamos la posibilidad de conciencia en la comunicación a los animales… tenemos que pensar que hemos cometido muchas injusticias. En pleno medioevo se pensaba que las mujeres no tenían alma, después hubo que reformar la tesis; y no me cabe la menor duda que se va a reformar la tesis con respecto a los pájaros, a los animales que cantan con una profunda conciencia de lo que es el canto.
Todo el mundo dice ‘tal pueblo es el inventor de la chacarera’, ¡mentira!
La chacarera está en el rococo, el rococo tiene dos cantos. No sé, en una de ésas puede haber rococos en Alemania, no sé, creo que es americano. Parece que fuera la voz de la propia tierra. (A continuación, con su proverbial habilidad el Cuchi comienza a imitar un canto del  rococo): Ese es el canto del rococo suelto; pero muchas veces, el rococo, en cantos colectivos, con otros rococos, hacen este canto que es el ritmo exacto de la chacarera (e imita los sapos haciendo el ritmo): Esa es la chacarera, dos salsares en su tiempo de 3x4, con menos palabras no se puede explicar el ritmo endiablado de la chacarera, que no es nada más que eso, que lo conoce perfectamente el rococo.”

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