martes, 19 de octubre de 2010

Mimos al corazón

Un amigo, el periodista/poeta José 'Chino' Castro, con quién compartimos gustos musicales. literarios y cinematográficos, tuvo la deferencia de realizarme una nota con motivo de mi regreso con 'Sin Fronteras',  y luego me realizó un reportaje junto a Freedy Álvarez, bolivarense radicado en Mar del Plata, gran melómano que conocí el día de la entrevista.

EL SABADO REGRESA EL PROGRAMA DE ´CHIQUI´ CUEVAS - ENTREVISTA

Las fronteras vuelven a abrirse

por Diario La MAÑANA
nov. 01, 2009 00:00
Derribar fronteras siempre es un hecho político. Es filosófico y es ideológico. Se trate de voltear límites geográficos o artísticos. De tirar el muro de Berlín o de proponer, desde un recóndito pueblo sojero del interior pampeano argentino, un refugio para difundir las músicas del mundo. De eso se ocupa hace más de veinte años Mario ´Chiqui´ Cuevas, quien el próximo sábado volverá con su longevo y artesanal Sin fronteras al éter bolivarense, en esta etapa en la Radio Federal, en el 101.5 del superpoblado dial local.
Detrás del ciclo hay una idea. La idea de la libertad. A su modo plantado en el camino que trazó Lennon cuando imaginó un mundo sin fronteras y lo hizo canción, el ´Chiqui´ se aventuró, sin estridencias pero con el pulso firme de todo guerrero, a demoler los muros de la radio local: pasar música refinada y a veces rara, que escapara del aún hoy trajinadísimo corsé del pop ochentoso, y no sucumbir en el intento, constituía entonces una suerte de patriada mediática. Tanto como ahora mismo.
Así empezó a mitad de los ochenta (el ´Chiqui´ cree que en el ´85; es "un desastre" para las fechas cuando se trata de él), construyendo una especie de isla semanal donde con mano de alquimista supo hacer convivir las más variadas rarezas undergrounds con la música ´que sabemos todos´, sin fronteras estilísticas, nacionales ni epocales. Tras unos meses en la Radio Del Libertador, de Enrique Sacco, retomó su rumbo en FM Espacio, en el amanecer de los noventa y en el casi inhóspito segmento horario del domingo a la mañana ("no sé si alguien lo escuchaba, pero yo me levantaba a hacer el programa", bromea el conductor). Entonces jugó un rol clave el ex director de la emisora, Hugo Díaz, quien supo interpretar y hacer suyo el concepto. Cuevas fue invitado por sus amigos José Luis Piro y Fernando y ´Chamaco´ Valdez a colaborar en un programa que ellos hacían, y desde allí saltó las fronteras hacia su Sin fronteras, radio de autor.
Desde el primer domingo en Espacio hasta el último programa, hace siete meses, el ciclo sufrió un solo y breve impasse, a fines de los noventa. Y en un lapso de su historia, albergó a Betty Alba como co conductora. Es decir que por casi dos décadas, "la radio cambiaba de manos y Sin fronteras pasaba a la nueva gestión, junto con el mobiliario", exagera el programador y también operador técnico y columnista de la edición dominical de este diario desde febrero de 2006.
Hablando de operadores, en poco menos de veinticinco años ocuparon la butaca tras la pecera Marcelo Arbizu, Hugo Díaz, Miguel Gargiulo, Sergio Fabián Mansilla Ceballos y Marcos Moriones. En los últimos meses en FM Espacio, Cuevas fue su propio operador, y así será de ahora en más.
Con la idea fija y su proverbial meticulosidad de orfebre para armar cada envío, ´Chiqui´ volverá el sábado próximo a su viejonuevo amor, ahora a las 6 de la tarde y en la radio de Jorge Naya Correa.
"Sin fronteras es un muestrario de la música que yo consumo y me gusta difundir. Es un programa que apunta a enseñarle a la gente que la música no tiene fronteras, y que sólo existen dos clases: buena y mala", define el conductor en entrevista con LA MAÑANA del domingo, café de por medio en un bar de esquina. Y refuerza el concepto, por si quedaran dudas: "hay cosas undergrounds horribles, y cosas comerciales que son excelentes".
La difusión de las músicas ninguneadas por los formatos radiales que apuntan a la masividad de oyentes, se complementa con las pastillas históricas que ofrece Cuevas respecto de cada canción y cada intérprete. Casi un mapa para que quien quiera oír más, sepa dónde buscar.
Detrás de un programa de radio llamado Sin fronteras, acaso hay una idea: la idea de un mundo sin fronteras, como idealizaba Lennon. ¿Es así?
-Se supone que la mayoría de la música que paso tiene cierta ilación cultural y filosófica, en el sentido de que si pasás a tipos como Lennon o Marley, eso conlleva implicancias políticas y filosóficas. Y sí, es probable que la intención -así sea inconsciente- sea decir que todo puede ir mejor si escuchamos cierta música y prestamos atención al mensaje de ciertos músicos que encierran en su arte todo un concepto del mundo, que no es el que impera en estos días. Es obvio que la idea que tenían Marley y Lennon, por nombrarte dos figuras relevantes, no es la idea que está triunfando hoy en el mundo.

El privilegio de las minorías
El ´Chiqui´ apunta a la calidad musical. Calidad musical según la dictadura de su paladar, que como saben los que siguen Sin fronteras, es negro. Sólo eso, no cuentan otros parámetros a la hora de modelar su programa. "Yo no armo mi propuesta para las minorías, pero sé que Sin fronteras es un ciclo minoritario. Porque lamentablemente, la mayoría de la música valiosa no es masiva: corre por diferentes carriles en relación a la maquinaria industrial, empeñada en promover un grupo bajo ciertos parámetros, para que triunfe, sacar el disco, hacer la gira" y volver a calcar el proceso como si de fabricar botellas plásticas se tratase, describe. "A pesar de que si escarbás la cáscara de esas propuestas, ves que la mayoría fue concebida bajo la fórmula de las grandes bandas que triunfaron comercialmente pero que son las pioneras, de Los Beatles para acá".

Heterogéneamente bello
Cuevas pone al aire la música que está escuchando en el momento. Sigue su reloj interno. Así, el programa siempre sale fresco, trabaja con el material del día. Y la heterogeneidad es su búsqueda estética manifiesta. "¿Por qué no atreverse a pasar en un mismo programa a Yupanqui y, seguido, a Chemical Brothers? ¿Dónde está escrito que hay que hacer un programa de folclore, uno de tango, uno de rock? La bandera fundamental de Sin fronteras siempre fue no etiquetar; romper inclusive con esas antinomias de que si te gusta el rock chabón, no podés escuchar rock sónico, si sos de Soda, no podés escuchar a Los Redondos y si sos de Piazzolla, no tenés que meterte con Pugliese".
¿Qué frontera hay, qué cosa no pasarías?
-Las cosas que considero de mal gusto. Y reconozco que hay cosas que están bien hechas, que por ahí no paso. Por ejemplo el metal y el rock muy pesado, que no me llegan mucho. Algo paso, pero admito que no es lo que más difundo. Y tampoco me interesa la música popular chabacana, porque además suena en todas las radios, está muy trillado eso.

Sin fronteras irá todos los sábados, de 18 a 20 horas (en el verano, de 19 a 21), por Radio Federal, en la frecuencia 101.5. "Regreso con las ganas de siempre. Sin fronteras es parte de mi vida", resume su entusiasmo el creador del ciclo.
En el primer envío de esta etapa, ´Chiqui´ comenzará con su homenaje a la ´Negra´ Sosa, a través de un pantallazo de su riquísima obra. En el siguiente bloque será el turno de los americanos de Wilco, como para confirmar en los papeles -o en las ondas- aquella idea de que la belleza reside en lo heterogéneo. También volverán a estar las secciones clásicas del ciclo: el recorrido por la discografía de un artista, a razón de dos temas por disco por sábado, el bloque de tres canciones que comparten hilo temático y otras.
Toda frontera es, ante todo, un límite mental. Y contribuir a derribar esos invisibles terraplenes, en alguna medida es cambiar la historia. De eso se trata el programa de ´Chiqui´ Cuevas, modestamente.
El sábado regresa Sin fronteras. Quien quiera oír, que oiga.

Hogar
Inevitablemente, quien hace radio termina haciendo el programa que le gustaría escuchar. Por más que elabore sondeos y se devane las neuronas pensando qué quiere consumir el oyente. Aunque logre determinar tal entelequia (qué quiere la gente, como si no hubiera una amplísima gama de gustos) y se anime a trabajar un formato masivo que no siente suyo, tarde o temprano terminará sesgándose hacia lo que querría escuchar. De lo contrario será un obediente embustero al aire, y a la larga eso tampoco resulta, porque la mentira tiene patas cortas y la audiencia (¿otra entelequia?) es mucho menos fiel que el más pérfido de los perros.
En el caso de Sin fronteras, tal vez la idea madre que late por detrás del programa de Mario Cuevas esté emparentada con la justicia, con cierta desusada noción de integración e igualdad: la idea de que el mundo puede ser un lugar mejor, un auténtico hogar que contemple un espacio de dignidad para todas las minorías.
José Castro


CHIQUI CUEVAS VS. FREDY ÁLVAREZ, UN DESAFÍO CON FORMA DE CANCIÓN
 

No tan distintos, no tan iguales

por Diario La MAÑANA
Son dos grandes melómanos, de esos que tienen todo (Fredy, todo en copias originales, el Chiqui piratea bastante, atenti la Justicia). No se conocían más que por referencias antes de este encuentro que gestó
LA MAÑANA del domingo. Aquí hablan de sus gustos, de su recorrido desde que siendo niños que se asomaban a la adolescencia, una canción los atrapó para siempre, de por qué no son músicos y de lo que se llevarían a una isla desierta. Coinciden en casi todo, pero en algunas cosas no. Chiqui Cuevas y Fredy Álvarez, o Fredy Álvarez y Chiqui Cuevas, una pincelada musical sobre la historia de dos fans-socios en la pasión, unidos a la distancia por el universo espiritual que ofrecen los discos.

¿Qué sabía el uno del otro, antes de este encuentro?
Fredy: -Siempre lo veía relacionado con el deporte. Un tipo muy caminador de Bolívar. Tengo registro de él caminando por la avenida, o cerca del Club Empleados.
Chiqui: -Yo a Freddy lo conocía de vista, no me acuerdo que hayamos hablado cuando chicos. Por edad, yo tenía más proximidad con su hermano, Juan Luis. Después, hace unos años me enteré del boliche que tenía (Abbey Road, Mar del Plata). Me decían Fredy Álvarez, de Bolívar, pero no pensaba que era él. El se fue, yo no lo vi más, y como pasa con tanta gente que se va de Bolívar, te olvidás. Te acordás del tipo cuando se aparece de nuevo. Eso me pasó con él.
¿Con qué despertaron a la música?
Fredy: -Yo creo que todo lo que a uno le gusta después, es lo primero que vio. He querido buscar por qué te gusta determinada cosa, y es porque estás marcado por algo. Yo tenía un hermano más grande, y me acuerdo que los vinilos que había en casa eran de Los Beatles, cosas internacionales y también cosas nacionales. Pero a mí me marcaron los tres discos de Sui Géneris. Eso fue lo primero que yo, por mi voluntad, podía poner o sacar del tocadiscos. Eso te influencia para después.
Chiqui: -Siempre pasa lo mismo: todos tenemos un hermano mayor, o un primo, que trae los discos que vos no conocés. Yo tenía cierta información, pero un día mi hermano se apareció con La Biblia, de Vox Dei, con Instituciones, de Sui Géneris, y con Crónica, de Creedence. En esa época yo no tenía ni tocadiscos. No sé si había aparecido el grabador a cassette. Y teníamos un pensionista (los padres del Chiqui regenteaban un hotel) que tenía esos muebles que eran radios: levantabas la tapa, que pesaba tres kilos, y adentro había un tocadiscos. Ahí empecé a escuchar esos tres discos. A partir de ahí, si tenés a la música en los genes, empezás a investigar.
¿Qué es lo mejor que vieron/escucharon?
Fredy: -Vi tanto, que lo que puedo mencionar son rarezas, cosas que a lo mejor no tienen tanto valor artístico, pero sí por la exclusividad. Si te tuviera que decir rápido tres cosas: Los Rolling Stones con Bob Dylan, en River; Michael Jackson, en River, y Living Colour, en mi boliche, que eso fue un sueño increíble. Soda Stereo (prometió tres cosas, pero sigue) toda la vida, el regreso, la despedida y siempre. Y otra cosa increíble, que disfruté muchísimo, es Kusturica con la No Smoking Orchestra, en Mar del Plata. Eso es increíble, una rareza que me encantó.
Chiqui: -Yo no soy un tipo de salir mucho. Te hablo de lo que escuché: me impactó un disco de Keith Jarrett, My Song, con el cuarteto europeo. Y lo que más me impactó, en la época en que no tenía ni discos ni cassettes, fue la radio: una vez en un programa a la tarde, de Fernando Bravo, que no me acuerdo cómo se llamaba, pasaron a Litto Nebbia haciendo Un ratón en vacaciones. Yo a Nebbia no lo había escuchado, tenía algunas referencias de temas de Los Gatos pero a Nebbia solista nunca lo había escuchado. El disco es del ´73, o sea que yo lo habré escuchado en el ´74. Escuché ese tema y me hice fan de Nebbia para siempre. No sé, la forma de cantar, la forma de componer. Nebbia es un tipo muy especial: o lo escuchás mucho, o directamente lo ignorás. No tiene medias tintas, no es Charly. Después, muchas cosas de jazz, o cosas de tango, por ejemplo el tema Grisel. Lo conocía por mi viejo, que siempre cantaba una parte, y después lo escuché entero y me pegó muy fuerte. Esas fueron cosas puntales para que después uno siguiera educándose y aprendiendo con la música.
¿Por qué no son músicos?
Fredy: -Yo porque no tengo nada de talento. Intenté con el piano, intenté con la guitarra. No tengo oído ni ningún talento para la música. Me encantaría, pero sé que no puedo. De hecho, me gusta más la letra que la música.
Chiqui: -Yo tengo coincidencias con Freddy, y otras no. Yo me quedo con la música antes que con la letra. Incursioné en el piano con Noemí Valdez, profesora de piano y mamá de dos grandes amigos (Marcelo Gustavo y Omar Fernando Valdez). Pero no, igual que él. No sé si no tengo talento, pero no tenía constancia. Obviamente que supongo que talento tampoco, porque si no, Noemí me hubiera insistido para que siguiera.
¿Si fueras un músico, quién serías?
Chiqui: -No te voy a decir Nebbia… Me gustaría ser un trompetista, o un tipo que pudiera tocar con Nebbia, con Charly, con Spinetta, y estar codo a codo con ellos. Un trompetista podría ser.
Fredy: -A mí me gustaría cantar. También porque ponés una expresión artística en juego: para mí el cantante tiene que actuar lo que canta. Me gustaría también ser un multiinstrumentista, saber un poco de cada cosa, para componer.
Una canción que te represente.
Fredy: -Te la contesto en serio y en broma. Bromeando, digo que la canción que está escrita para mí, es No obstante lo cual, de Pappo. Por lo que dice.
´No obstante lo cual, me sigue gustando el cabaret´.
Fredy: -Exacto.
¿Pero esa es la parte en serio o la parte en broma de la respuesta?
Fredy: -No, en broma (risas). Por todo lo que representa Pappo. Y por lo que dice la canción, de estar en contra de lo establecido y hacer lo que te gusta en la vida. Después, te podría decir que hay dos canciones, tres, que me encantan, que para mí son como himnos: de Soda Stereo, De música ligera; Jardín de Gente, de Spinetta, y cualquiera de Charly García.
Chiqui: -Te podría nombrar dos o tres canciones de la década del ochenta de Litto, o Sólo se trata de vivir, o Alguien se olvida de avisar, o alguna otra de ahí. Y también In My Life, de Los Beatles, pero es de John Lennon.
¿Para qué sirve la música?
Chiqui: -Es un alimento de vida. No puedo estar sin música. Pienso que sirve para muchas cosas: para alegrar los corazones, para educar. También se usa para otros fines más viles, pero lo principal es eso.
Fredy: -Es la vida misma. Yo permanentemente en el día, me estoy nutriendo de música. Escuchando, tratando de buscar, de bucear. A mí me ha abierto muchas puertas, y me ha hecho pasar los mejores momentos de mi vida. Compartiendo un recital con gente amiga, escuchando algo interesante, o hablando y discutiendo en un café. Es una cosa que te hermana, es como un idioma que acerca a la gente, que le hace hablar el mismo idioma. Te relacionás en forma permanente a través de la música.
¿Qué escuchan cuando están en silencio, cuando se apaga la canción?
Fredy: -Generalmente sigue sonando en mi cabeza algo que me queda, algún residuo, alguna melodía. Inconscientemente, uno trata de que siempre haya algo. O en el auto, o en tu casa, siempre estás escuchando algo. En mi cabeza siempre está la música, permanentemente.
Chiqui: -Yo también. Es difícil en estos días estar en silencio, y yo tampoco soy un tipo de estar en silencio. Si no estoy escuchando música estoy escuchando radio, y si no, viendo televisión. Es más: salgo en el auto y está la radio prendida, salgo a caminar y me llevo el reproductor de mp3. Pero si no estoy escuchando música, algo está sonando en mi cabeza, algo de música referida a la columna que estoy escribiendo en ese momento para el diario, o algo en lo que estoy pensando para el programa de radio. Si no estoy escuchando música, estoy pensando en la música.
¿Qué se llevarían a una isla?
Chiqui: -Acotémoslo a cinco discos: uno de Nebbia, uno de Spinetta, uno de Jarrett, uno de Charly… y capaz que me llevo uno de Gieco. Hago un compiladito. Me quedan ocho millones de discos afuera, pero era así la pregunta (risas).
Fredy: -Muy parecido. Yo me llevaría uno de Charly, uno de Spinetta, uno de Soda, uno de Virus, uno de Gieco, y un bonus track de Litto Nebbia.
Chiqui: -¡Eh, hizo trampa, se lleva uno de más (se ríen)!
Fredy: -Yo tengo pasión por redescubrir temas. En mi programa de radio, o para escuchar, me gustan temas que no han sido cortes de difusión, que son olvidados, están como escondidos. Cuando descubro algo de eso es una satisfacción, me gusta mostrar eso, grabárselo a los amigos.
Chiqui: -En el cd de Gieco, saco un tema y pongo Buen día, día, de Miguel Abuelo. Para levantarse todos los días en esa isla desierta, poner el tema y comenzar bien.
Para el final, Fredy rescata una frase de Miguel Abuelo, "otro grosso del rock". Se trata de una línea de la canción Región dura, incluida en Cosas mías, último disco de Los Abuelos de la Nada, mediados de los ochenta. "Me representó esa frase: ´amo al lector que entre líneas espía al juglar´. Eso fue lo que me motivó con la música: leer la letra, entender el vocabulario que tiene para escribir un escritor o un cantante, y avanzar un poquitito más allá, ver qué quería expresar con eso".
Se saludan con afecto de amigos, algo que ya podría decirse que son, después de tan sólo un encuentro. Tres tazas vacías, varios jarritos plateados y yo somos testigos del cónclave musical. El atardecer pincela de naranja la ciudad, mientras unos niños con gorrita de lana saltan en la plaza, ajenos a que el mundo es una ´región dura´, como cantaba el juglar Miguel. Fredy se va hacia una punta de la ciudad; el Chiqui, hacia otra. En algún remoto lugar, un disco oculto, que nadie aún escuchó, los espera.
Canción dulce hogar
Mario ´Chiqui´ Cuevas (bolivarense, 48 años) llega puntual a la mesa del café. Alfredo ´Fredy´ Álvarez (bolivarense, 44) se hace esperar unos minutos. Por fin aparece, con el pelo revuelto y una incipiente sonrisa. Afuera hace casi frío. A un atardecer así, frente a la plaza principal de esta ciudad, le quedaría bien como banda de sonido una de las típicas canciones folkies del otoñal Nick Drake.
No hay que romper ningún hielo, el lenguaje de la música los conecta de inmediato. Tienen similar edad, y mucho en común de una adolescencia bolivarense en la que no fueron amigos ni conocidos, pero es casi como si lo hubieran sido. Después, en el ´85 Fredy se fue a Mar del Plata, y la amistad no abrió sus brazos.
Fredy comenta algo de las entrañables revistas Pelo, y enseguida se ponen a hablar del recital bolivarense de Baglietto en Empleados de Comercio, en 1983. Al frente de una superbanda de rosarinos (la trova rosarina, así pasaron a una página grande de la historia de nuestra música popular), el carismático cantante presentaba Actuar para vivir. Ambos fueron a ver ese show memorable para el público local, entonces y ahora poco habituado a los números ´grandes´. Recuerdan que Baglietto lucía mameluco blanco, era flaquito y llevaba el pelo largo y barba. Que los de la popular le gritaban ¡puto!, y él los enfrentaba. Les quedó grabado Fito Páez, tecladista de la superbanda e incipiente promesa del rock argentino, que ya tenía dentro del show un espacio para sus propias canciones (hacía La rumba del piano y Del ´63). Fito vestía sweater de hilo, a rayitas negras y blancas, y unos lentes gigantes, como los del personaje de la revista Anteojito.
Se cree que por gestión del parlanchín Carlitos Gasparini, Fredy terminó cenando con Baglietto y compañía en el restorán Víctor, una perla de nuestro ayer. El bolivarense rememora que el cantante rosarino le confesó esa noche: "Fito es un pequeño monstruo. Ya tiene cien temas. De diez mil músicos, sale uno así". Mucha razón no le faltaba.
La charla se interna en otros senderos del infinito bosque musical. Hablan del sello Mandioca, puntal en los orígenes del rock nacional. Cruzan datos de la época de los discos Talent, Fredy le pide algo original, al tiempo que le ofrece viejos cassettes. Ahora cruzan la calle y arriban a Arion. Junto a sus amigos Pablo García y José Maineri, Fredy se subía a la camioneta del proveedor, que llegaba los jueves. Elegían algo, le pedían que lo bajara al local, y lo compraban.
Se trepan un ratito a Los trenes de la noche, un viejo programa radial de Litto Nebbia y Jorge Boccanera, que se emitía por Radio Nacional en los años ochenta. Antes habían echado un vistazo a Melopea, otro ciclo de Litto. Ambos son fanáticos de Nebbia, y tranquilamente podrían ser sus biógrafos: saben hasta lo que cenó anoche.
A la pasada se acuerdan de Alejandro Del Prado, un grosso de los ochenta, que desapareció y volvió ahora con un gran disco, aunque el tipo no está bien, marca Fredy. Llegan a Botafogo. Fredy lo quiere y lo respeta mucho, ha compartido varios momentos íntimos con el socio musical de Pappo. Chiqui aprovecha para volver a pedirme el último de Bota, el que presentó en La Vizcaína hace unos meses y me olvido de llevarle.
Se cuelgan unos minutos platicando sobre Spinetta. Fredy dice que es un señor, que en 2008 arregló para ir solo con la viola a Abbey Road, su boliche marplatense, que no podían llevarlo con la banda, porque era muy caro. Y que el ´Flaco´, después de haber arreglado, lo llamó por teléfono para ofrecerle agregar, bajo su cargo, al tecladista Claudio Cardone. Spinetta-Cardone ofrecieron un show para levitar, subraya Álvarez.
Sin vueltas admiten que no escuchan todo lo que compran/bajan, que no les alcanzaría la vida. El melómano no chilla, podría decirse, adaptando un viejo dicho popular.
Fredy le comenta que quiere conseguir los dos primeros de Carca y los de Tía Newton, la banda de Carca en los sónicos noventa. (En esos años, Tía Newton, Babasónicos, Juana la Loca, Los Brujos y Martes Menta eran los ahijados dilectos de Soda Stereo, que en octubre del ´92 pateaba el tablero del rock nacional con el magistral Dynamo.)
Antes de despedirnos, quedamos en algo: algún día de estos, Fredy, el ´Chiqui´ y yo iremos a visitar a Litto Nebbia en Buenos Aires. "¡Tiene una casa subterránea, llena de discos!", convida Fredy, que ya estuvo ahí.

Say No More.

Entrevista y producción: José Castro

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