viernes, 22 de octubre de 2010

Litto Nebbia, Celebraciones

Hola, como están. Quiero compartir con ustedes dos artículos que publiqué en el diario La Mañana de Bolívar (Argentina) sobre el músico Litto Nebbia. El primero trata sobre las sensaciones que sentí al presenciar un recital suyo en Olavarría; el segundo es una reseña sobre "Una celebración al rock argentino", la deslumbrante caja de ¡9 cds! que editó Litto a través de su sello Melopea.


                  CEREMONIA

Domingo a las diez de la noche, está frío y tranquilo en Olavarría. Llegamos con el propósito de concurrir a Habemus Bar, un boliche ubicado a media cuadra de la plaza del centro de la ciudad. Esa noche está programado un concierto Litto Nebbia. El lugar no es muy grande, (capacidad para 100 personas aproximadamente), tiene su encanto aunque quizás le falten algunos detalles. Falta una hora para que comience el show, la gente se va ubicando lenta y cansinamente en las hileras de sillas que se dispusieron a modo de plateas improvisadas.
Hay cierta expectación en el ambiente. La mayoría de la gente presente ya ha pasado los cuarenta y todos tienen un aire cómplice porque saben que son incondicionales. Al frente nuestro, un escenario donde se dejan ver un sintetizador con doble hilera de teclados y un estuche de guitarra, dos micrófonos y dos sillas de madera, de esas antiguas, tan características y no tan cómodas.
A las once el local está casi completo, veinte minutos más tarde aparece Nebbia, 61 años dignamente llevados, la calva hace rato que reina en su cabeza, pero conserva los pelos largos y rebeldes a los costados, algunas canas en su ya clásico bigote gatuno, algunos kilos de más que se hacen muy notorios en la papada. Su vestimenta, tan personal como siempre: saco de tafetán azul eléctrico con ciertos destellos, camisa de seda liviana con otro tono de azul, pantalón negro con finas rayas surcadas a lo largo y una chalina de gasa color lila claro. Completan su ocasional atuendo unos anteojitos de marco pequeño que no se sabe sin por necesidad o coquetería.
Litto dice hola, gracias. Se siente frente a los teclados y comienza con ‘El mundo necesita y un amigo’ y ‘Está en tus manos’, canción que compuso para un día del amigo. Está intacto, los miles de cigarrillos fumados y el alcohol consumido no han hecho mella en su garganta.
Cuenta que este último tiempo tuvo dos contactos vía Internet que le ofrecían poesías para que les pegue un vistazo. En los dos casos les puso música y se transformaron en dos discos ya editados. El primero, aparecido el año pasado, se llama “Cien años de Yupanqui, Mi madre tierra” y contiene letras de Cecilia Alejandra Nella y es obviamente un homenaje al gran Atahualpa con Litto y su grupo la Luz como intérpretes junto a las voces invitadas de Suma Paz, Emilio Del Guercio, Leo García y el Coro Vocal Melopea.  “Soñando barcos” (2009) es producto de otra musicalización que en este caso Litto realizó sobre textos del poeta Juan Mari Montes, español, de Salamanca, amante de la música de Nebbia. De este trabajo, por ahora sólo editado en España, Litto canta ‘Si te vas’ y cuenta que Ana Belén la incluyó en su último disco.
Le sigue ‘Si tu pelo está mojado (No sé)’, escrita en Madrid en un cuarto de hotel a mediados de los 80, luego de escuchar experiencias de residentes argentinos en España.
A ‘Cuando te veas crecer’, lindo tema de “Llegamos de los barcos” (1982), le sigue ‘Como dos extraños’, tango de Laurenz y Contursi que Litto interpreta asiduamente. Luego, sobre una base musical de ‘Último tango en París’, de otro rosarino, Gato Barbieri, Litto frasea ‘Contigo a la distancia’, bolero que su padre solía cantar profesionalmente. ‘Un poco de vida’ es el último tema de la primera parte del show que no tuvo descanso ni interrupciones.
A continuación, Nebbia toma la guitarra y habla sobre las diferencias ente las canciones interpretadas con guitarras y teclados. Hace algunos acordes en la guitarra, bromea diciendo que hay gente, incluso músicos, que le llaman acordes de jazz a lo que él hace porque sencillamente no los conocen. El set de guitarra incluye canciones de Los Gatos, ‘Sueña y corre’ (Litto con Pappo en versión original) y ‘El rey lloró’ (uno de sus primeros grandes temas, escrito a modo historia fabulada), glorias de su primera época solista (‘El bohemio’, ‘Vamos negro fuerza negro’) y la bella y litoraleña ‘Canción del horizonte’ (escrita en México en 1980). Por último ‘Coplas del musiquero’, escrita especialmente para el trío que formó con Lucho González y Bernardo Baraj a principios de los 90.
Vuelve a los teclados para realizar una versión caliente de ‘Quien quiera oír que oiga’, tema con música de Litto y letra de Eduardo Mignogna que se estrenó en la banda de sonido del film del propio Mignogna, ‘Evita, quién quiera oír que oiga’, cantada por Silvina Garré en esa oportunidad.
A continuación es el turno de ‘El otro cambio, los que se fueron’, clásico que Nebbia escribió inspirándose en esos barrios que nunca pasa nada hasta que uno se va. La canción, publicada en “Muerte en la catedral” (1973), se iba a llamar ‘Tiempo de Arlt’, pero el autor no la pudo registrar porque le comunicaron que para llevar el nombre de una persona en una canción, debía obtener la autorización firmada de dicha persona.
Vuelven Los Gatos cuando Litto ataca ‘Viento dile a la lluvia’ (una de sus primeras canciones con repercusión internacional). En el último tramo del recital somos testigos del reencuentro con ‘La balsa’, máximo éxito de Nebbia con los Gatos, que el rosarino recién comenzó a interpretar iniciado el 2000. Se despedirá con ‘Solo se trata de vivir’ (escrita en San Luis de Potosí, México en 1980) y ‘No importa la razón’ (de la misma época), esta última también con fondo musical de bossa de ‘Último tango en París’.
Viéndolo en vivo uno se da cuenta de la pasión que lleva a cuestas. Respira música las 24 horas del día: tocando, componiendo, grabando, produciendo a través del sello Melopea, brindando shows con su grupo y sólo, como en esta oportunidad.  Sólo los diferentes pueden eclipsar al público ellos solos con una guitarra o un teclado, es en ese momento cuando no podemos permanecer impasibles ante un tipo que fue uno de los fundadores del rock argentino, que ha escrito cientos de canciones y grabado tantos discos de el género que se nos ocurra y que está ahí ante uno y otras noventa y nueve personas tocando tan apasionadamente como si estuviese en el Teatro Colón. Es en esos momentos cuando se palpa la estatura de un artista.
Litto se baja del escenario, debe pasar por entre el público de la misma manera que entró. No todos conocen su proverbial timidez, y así se va, aplaudido, dejando una especial sensación de magia, de esas que sólo los elegidos y pasionales producen. Litto Nebbia es uno de ellos y la centena de privilegiados que nos dimos cita a esa ceremonia estamos de acuerdo.

Cierre que debió ser apertura
Hace 35 años que lo sigue a Litto Nebbia y hasta hoy no lo había visto en vivo. En realidad lo conocía de antes, su memoria auditiva registraba entre los discos de sus padres, algún lp de Los Gatos, mezclado con otros de Los Iracundos y de María Elena Walsh. A los 12 o 13  años escuchó por primera vez en un programa de Fernando Bravo una canción de Nebbia de sus primeros discos solistas, puede haber sido ‘La ventana sin cancel’, ‘Luis se cayó de la higuera’ o alguna otra, no interesa el título, lo importante es que quedó impregnado del misterio: la voz, su forma de cantar, el característico tarareo, los acordes, la letra, su atmósfera tan personal…
A partir de ese momento Nebbia se convirtió en un amigo fiel, de esos que siempre están ahí, con el consejo certero, para acompañarlo y nunca defraudarlo.
A veces se sentía solo con su gusto, Nebbia nunca fue masivo y pocos lo conocían y de esos, muy pocos lo disfrutaban; pero no le importaba, esa amistad crecía día a día y se hacía más fuerte. En esos días no era fácil obtener material de un músico de sus características, pero con paciencia y amor fue recopilando y armando de a poco el universo de su amigo.
El tiempo pasaba y Litto siempre estaba ahí, con sus músicas, sus letras, su ejemplo de vida. Su timidez e indecisión le impidieron verlo personalmente. Ahí estaban sus discos, sus reportajes, los diarios y revistas. Un día tenía que ocurrir, un amigo le avisó que Nebbia se presentaba en Olavarría y hacia allí fueron. Al encuentro lo vivió como una ceremonia, no cruzó una palabra con él, sólo lo hizo con su esposa. No intentó abordarlo, quizás pensó que dos tímidos frente a frente no iban a funcionar. Lo importante para él ya había ocurrido, el círculo se había cerrado, su amigo no lo había defraudado y el misterio continuaba vigente como siempre.




                           CELEBRACIÓN 

Sólo un pionero del rock argentino como Litto Nebbia es capaz de realizar semejante homenaje a una etapa musical. “Una Celebración al Rock Argentino” es una caja de 9 discos y un libro informativo que recrean parte de la primera etapa del rock vernáculo. La entrega tiene un subtítulo aclaratorio: “Primera Generación 1963-1973”, aunque haya algunas lógicas y perdonables licencias. Cada disco abarca un período o exponente y en cada uno de ellos hay un cruce de generaciones de músicos que interpretan y versionan los temas seleccionados para la ocasión, en consecuencia se producen reuniones históricas que enriquecen los temas. Artistas que cantaron sus canciones décadas atrás, participan con sus temas en este homenaje (Nito Mestre, Willy Quiroga, Rodolfo García); además, hay composiciones que están recreadas instrumentalmente pero conservando su espíritu original (Ricardo Lew, Lito Vitale, Leo Sujatovich, Carlos Buono); y hay canciones que están interpretadas por las nuevas generaciones con respeto y fruición; también podemos toparnos con devoluciones de gentileza como las de Roque Narvaja cantando el tema de Cantilo, ‘Che ciruja’, y Miguel Cantilo interpretando ‘Malena, no te rindas’, de Narvaja.

“Hace varios años se me ocurrió la idea de grabar un gran manojo de las canciones del Rock Argentino. Poder reunir una espacie de Songbook, como una gran exposición de lo realizado en estos años – amplía Litto Nebbia acerca de esta ambiciosa producción que comenzó a realizarse en el 2007 y recién este año pudo ver la luz con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Nación - Las puras canciones como son, sin caer en el ‘cover’, ni tampoco pretender sofisticarlas exageradamente. Sólo permitirnos, justamente a modo de homenaje, la interpretación que cada quién realiza a su estilo, como así también algunos momentos de interpretación a cargo de instrumentos solistas.
Soy conciente que a pesar de lo ambicioso de esta producción, 200 canciones por más de 100 artistas, resulta minúscula frente al volumen real de lo que se hizo durante estos 40 años. De este modo, esta obra trata de conmemorar y celebrar gran parte de lo que pasó.”

El volumen 1 está dedicado a Los Gatos Salvajes y Los Gatos, agrupaciones fundacionales dentro del rock argentino, que marcaron la pauta para comenzar a transitar el rock argentino en castellano. Fito Páez con Los Gatos navega en ‘La balsa’ y más adelante nos recrea ‘Viento, dile a la lluvia’; Andrés Calamaro, acompañado por las guitarras de Nebbia, realiza ‘Madre escuchame’; Luis Alberto Spinetta, desde su estudio La Diosa Salvaje, versiona con su cuarteto ‘El rey Lloró’ (el Flaco ya la había interpretada en su recital de las Bandas Eternas en Vélez el pasado diciembre); finalmente, Gonzalo Aloras descubre la conexión entre la bossa y Los Gatos en ‘Lo olvidarás’.
La explosión poética y la ruptura musical la realizará en 1968 Spinetta con Almendra, banda que ocupa la segunda entrega de esta celebración, que abre y cierra con interpretaciones rosarinas de ‘Muchacha ojos de papel’: primero Jorge Fandermole; y en el final el ya desaparecido Lalo de Los Santos; Rodolfo García, el baterista original de Almendra, canta junto a Nebbia, ‘Campos verdes’; otro integrante de Almendra, Emilio del Guercio, desgrana la bella ‘Hoy todo hielo en la ciudad’. El ex Vox Dei Ricardo Soulé, se rodea de un supergrupo (Gustavo Bazterrica en guitarra; Nebbia en teclados; Alejandro Medina en bajo y Rodolfo García en batería) para cantar el mítico ‘Color humano’.
Moris, Miguel Cantilo, Roque Narvaja y el Arco Iris de Gustavo Santaolalla componen la tercera entrega de esta celebración: Los Super Ratones muestran ‘Sábado a la noche’ de Moris; Beto Satragni con la Montevideo Groove, explora ‘Muchacho del taller y la oficina’ del mismo autor; mientras que Nito Mestre, acompañado por Nebbia, embellece ‘Menta y limón’ (Narvaja) y ‘Mañanas campestres’ (Arco Iris).
El rock duro y el blues con sus exponentes fundamentales componen el cuarto volumen: Manal está bien representado por su bajista en ‘Avenida Rivadavia’; mientras que La Mississippi se luce en ‘Jugo de tomate’. Hay dos excelentes interpretaciones de Pappo’s Blues: la de Pez (‘Una casa con diez pinos; y la del periodista y músico Claudio Kleinman (‘El viejo’). Por último, Rubén Goldín brilla en ‘Ritmo y blues con armónica’ de Vox Dei.
1972-73 fue una etapa muy rica para el rock argentina, el florecimiento de Pescado Rabioso, Aquelarre, Huinca y Color Humano, influenciados por la psicodelia y el rock sinfónico, hizo que se abriera un panorama insospechado. El quinto disco de “Una Celebración…” está dedicado a ese momento. Abre ‘Cruzando la calle’, a cargo de Gustavo Bazterrica (guitarrista de La Máquina de hacer Pájaros y Los Abuelos de la Nada); la escena electrónica está representada por Jingo (‘Cosas rústicas’, de Color Humano); el Quinteto Ventarrón, en cambio, aborda desde el tango ‘Yo soy tu voz’ (Nebbia, grupo Huinca’); finalmente, los momentos acústicos se los llevan con presteza Adrián Abonizio (‘Violencia en el parque’, Aquelarre) y Nito Mestre (‘Dulce 3 nocturno’, Pescado Rabioso).
Al volumen 6 lo representan Sui Generis, León Gieco y Charly García, que pintan la etapa folk de la época (se incluyen temas de Serú Girán y de los primeros discos solistas de Charly). Nito Mestre, protagonista fundamental de esos días, canta ‘Confesiones de invierno’ (Sui Generis) acompañado por Nebbia y ‘Rasguña las piedras’ en una versión casi tecno (con Nebbia en teclados y la guitarra de David Lebón). Andrés Calamaro se le anima a ‘Hombres de hierro’ (Gieco); Nebbia con Rodolfo García recrean ‘Yo no quiero volverme tan loco’; mientras que Gonzalo Aloras, con Claudio Cardone en sintetizadores, abordan ‘Cinema Verité (Serú Girán). Cierran Mestre y Nebbia cantando ‘Charly’, sentido tributo con letra de Suma Paz y música del propio Nebbia.
‘Artistas varios y Dedicatorias’ se titula el séptimo cd, que agrupa solistas y bandas casi olvidadas pero que ocupan un sitial importante en el rock argentino y el uruguayo. Los temas de Los Mentales, Los Mockers, Alma y Vida, El Reloj, La Barra de Chocolate y Los Iracundos son protagonistas en este volumen. Participa Hugo Fattoruso, integrante de los Shakers, grupo que inicio la movida rockera en Uruguay.
La enorme figura de Luis Alberto Spinetta amerita su protagonismo total en el octavo disco. La participación de dos Silvinas endulzan esta entrega: Garré en ‘Canción de los días de la vida’ y Ávila, con César Franov, en ‘Ella también’. Mientras Nebbia hace ‘Elementales leches’ (Invisible) y Fito Páez ‘A Starosta, el idiota’ (Pescado Rabioso), el guitarrista Ricardo Lew se despacha con una monumental versión en tiempo de jazz de ‘Muchacha ojos de papel’.
El creador de este tributo se reserva el último cd: Fito Páez comienza con la bella balada ‘Un ratón en vacaciones’; continúa Silvina Garré con el clásico ‘Solo se trata de vivir’. Puntos altos son los de Emilio del Guercio, guitarra y voz para ‘Gloria y guitarra’. Finalmente, Miguel Cantilo, acompañado por Ulises Butrón en guitarra, Nebbia en teclados y Black Amaya en batería, se luce en ‘Fuera de la ley’, tema de Los Gatos escrito en su momento para el lucimiento de Pappo.

Litto Nebbia pretende realizar en el futuro una producción similar homenajeando la música estadounidense e inglesa de la época. Dice que convocará a músicos y bandas que sepan de quién habla cuando cita a The Kinks, The Animals, The Hollies, The Zombies, The Lovin Spoonful, Left Banke, The Pretty Things, The Move, Gerry & The Pacemakers, The Heard, Manfred Mann, The Blue Magoos y tantos otros.
Por ahora solo resta empalagarse con “Una Celebración al Rock Argentino”, que no son ni más ni menos que 206 canciones interpretadas por 106 artistas que contribuyeron a fundar, o en otros casos, a recrear, la primera etapa de nuestro rock argentino.













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