viernes, 29 de abril de 2011

AVE DE MONTE

                        AVE DE MONTE

Laboratorio Wav fue un grupo electrónico que funcionaba a distancia entre la formoseña radicada en Buenos Aires, Charo Bogarín, tataranieta del cacique guaraní Guayraré; y el chaqueño Diego Pérez, ducho en esas cosas de la música electrónica. En el 2001 ganaron un concurso organizado por la MTV y gracias a ello compartieron escenario en Madrid con María Gabriela Epumer, Julieta Venegas, Aterciopelados entre otras bandas latinas de importancia. El concurso les permitía editar un disco producido por Santaolalla pero se les vino la crisis, la inflación y todo quedó en ascuas. A la distancia deciden replantear el rumbo del grupo: sentían que no poseían identidad, que su propuesta no tenía los pies en la tierra. Recurrieron a sus orígenes y allí estaba la música toba, los cantos colectivos, la raíz de los pueblos originarios que aguardaba por ellos (los dos se habían criado con tribus tobas a veinte cuadras de sus casas, pero nunca le habían prestado atención). En ese momento se dijeron por qué no intentar fusionar dos géneros, uno, ancestral; el otro, actual, apoyado por instrumentos eléctricos y tecnología digital.
Así nace Tonolec, un bello vocablo que tiene su razón de ser. “Tonolec es un ave de canto hipnótico del monte chaqueño – acotan sus integrantes -  Es una palabra qom (toba), que significa caburé o cabureí. Una especie de lechucita de plumaje blanco que canta por las noches y su canto es como un lamento. Nos gustó este nombre por la sonoridad que posee y por la leyenda de este ser que es parte de la mitología toba, que cuenta que por abusar de su don, este ave de plumaje hermoso y canto hipnótico fue castigado por los espíritus del monte, quienes hicieron que sus plumas sean un amuleto para la suerte y para el amor, por lo que paso a ser un pájaro perseguido y desplumado, confinado a cantar en las noches por su fea apariencia. Es como un llamado de atención al uso de los dones que cada uno posee. Y eso nos gustó mucho. Te mantiene en cierta forma, en una línea donde está bueno mantenerse.”
Fueron cuatro años de trabajo tomando aprendizaje de canciones y costumbres de coros como el de Chelaalapí, de Resistencia, Chaco, pero también de comunidades alejadas del Chaco, como la de Derqui, en la provincia de Buenos Aires. El pueblo toba fue un pueblo ágrafo hasta hace pocos años y, a pesar de que ahora tienen escritura, sus canciones no están escritas. A Charo y Diego no les quedó más remedio que trabajar oralmente las canciones y comenzar a componer sus propios temas. Pero, ¿cómo fue ese primer encuentro?, Diego Pérez lo relata: “…estábamos en líneas de tiempos diferentes. Llegamos con los micrófonos inalámbricos, el minidisk, las cámaras y ahí era todo tan íntimo y tan privado que no tuvimos el valor de sacar las cosas del bolso…era un encuentro musical que tenía más que ver con mantener viva una tradición que con el ejercicio de hacer música…”

“Tonolec” (2005), su disco debut, abre con ‘Antiguos dueños de las flechas’, recordada composición de Ariel Ramírez y Félix Luna, estrenada en la imprescindible “Cantata sudamericana” (1972), con Mercedes Sosa. El resto de las composiciones son propias y en ellas se alternan el castellano y el toba. En “Tonolec” todavía hay un predomino roquero por encima de la música indígena aunque no dejó de sorprender a propios y extraños este atrevido dúo que se proponía arrimar dos mundos tan diferentes.
Como en todo campo, artístico o no, el tiempo trajo experiencia, aprendizaje, confianza y sobre todo, una mayor identidad. Transitando el camino deciden mostrar “Plegaria del árbol negro” (2008), álbum compuesto por doce temas en su mayoría propios, salvo ‘El cosechero’ de Ramón Ayala. El comienzo es significativo, ya que ‘Monte, tierra cautiva’ hace referencia al eterno (y por esos días) conflicto que tienen los pueblos originarios por la pertenencia de sus tierras. Le sucederán diferentes climas musicales que pintan las actividades y el devenir de la comunidad toba, en varios pasajes acompañados por las voces de los coros de dicha comunidad. En ‘Taguiñe Lashe’ (Mujer del Este), Tonolec recrea un canto tradicional que pertenece al maestro pioxonaq de la comunidad de Derqui, don Mauricio Maidana. El álbum culmina con ‘Plegaria del árbol’, que presta el nombre al disco y que representa la característica esencial del mismo: testimonio, compromiso, pero a la vez, belleza y virtuosismo. “El nombre de este segundo disco fue elegido así como se pone un título a un cuento de niños o de adultos – explica Charo - Plegaria del Árbol, es como un cuento de los seres originarios. A medida que vas escuchando las canciones de este disco, podés sentir la profundidad y fiereza del monte chaqueño, podés sentir las voces de niños tobas cantando y jugando, y también la aparición de un chaman toba, entonando un mantra con voz profunda y ritual”.
Escuchar Tonolec resulta extraño, la voz de Charo es especial, se le notan sus antepasados, pero también se lee su expresión de mujer luchadora. Su papá, dirigente peronista agrario, desapareció en 1976 en Clorinda. Con su madre y su hermana se mudó a Resistencia (su madre era maestra de frontera, tiempo después se recibió de ingeniera de sistemas). Con su hija, Charo tampoco tuvo una vida fácil, mientras era periodista en un diario de Resistencia, falleció su pareja. Charo y su niña de siete años se mudaron a Buenos Aires y otra vez a comenzar de nuevo. Esas duras experiencias marcaron a fuego la personalidad de Charo y también su voz, curtida pero delicada al mismo tiempo.

Lo último de Tonolec es “Los pasos labrados” (2010) y marca la incorporación de un nuevo elemento en el camino del dúo, el del folklore argentino y chileno. La decisión de abrir el disco con ‘Que he sacado con quererte’ de Violeta Parra es más que acertada. La voz de Charo Bogarín prolonga, de alguna manera, la de Violeta Parra, una de las grandes madrazas del folklore latinoamericano. La ‘Zamba para olvidar’, de Daniel Toro, marca un momento de introspección para luego interpretar en lengua mocoví el chamamé ‘Cacique Catán’, de Tránsito Cocomarola. Luego, Bogarín, en lengua toba y castellano, se hace cargo de ‘Cinco siglos igual’, el himno de Gieco y Luis Gurevich. ‘El cosechero’, de Ramón Ayala impregna el ambiente de amor a la tierra, mientras que la versión de ‘Duerme negrito’ la da una nueva vuelta de tuerca hasta clásico del repertorio latinoamericano.
Escuchando este álbum caemos en la cuenta del crecimiento de Tonolec. Mientas que en sus primeros pasos se notaba todavía cierto ‘vicio’ hacia lo electrónico o el rock, aquí los nuevos sonidos que propone Diego Pérez no hacen otra cosa que acentuar la lírica de las canciones, ayudándolas y enriqueciendo su ropaje musical. Porque, en definitiva, la electrónica no es un género, es un instrumento más al servicio de la composición.
La última pista de “Los pasos labrados” es una reinvención del tema que abría su disco debut, ‘Antiguos dueños de las flechas’, con la participación vocal de Rosalía Patricio, integrante del Coro Toba Chelaalapí. La canción (y con ella el disco) termina con sonido ambiente de grillos y pájaros nocturnos de una noche estrellada en el medio del monte chaqueño dónde el aire es más puro y el futuro igual de incierto.


viernes, 22 de abril de 2011

El año del gato


                                 EL AÑO DEL GATO

Hay músicos que fueron bendecidos por la inspiración y compusieron alguna canción de ésas que llegó al corazón de la gente. Con el paso del tiempo la canción se convierte en un clásico, es escuchada y transmitida de generación en generación. El compositor siente que fue atrapado por el éxito de su canción, que muy pronto pasa a ser el único sinónimo de su figura. Es en ese instante que entra en un círculo vicioso: lo único que le pide la gente es ése éxito, si no lo toca, no es reconocido; si lo canta, siente que se está vendiendo y que no será capaz de componer nada que esté a la altura de esa canción. Quizás sea el caso de Al Stewart y su ‘Year of the Cat’, no lo sé, pero supongamos que sí lo es.

El asunto comienza así: él va caminando en la mañana como en una película de Bogart (Humphrey, actor duro si los había, surcó los 40’s y 50’s), paseando entre la multitud como si fuese Peter Lorre (actor austrohúngaro que triunfó en Hollywood caracterizando papeles de terror). Vestida de seda, ella aparece de repente, lo toma del brazo y los dos continúan caminando. Él, sorprendido, pierde el sentido de la dirección; ella, resuelta, no le da tiempo para preguntas.
Llegan a un muro con azulejos azules, en el extremo hay puestos de mercado. Entre los puestos hay una puerta escondida. Antes de entrar, ella le dice: “Siento que mi vida fluye como un río a través del año del gato.”
Adentro, ella lo mira con frialdad, sus ojos brillan como la luna sobre el mar, el aroma a incienso pachulí lo marea y la noche se torna interminable…
Se despierta a la mañana y aún esta con ella.  El micro y los otros turistas se han ido. Los profundos latidos aún permanecen en el ritmo del día recién nacido. Es consciente que en algún momento la va a dejar, pero por ahora la única seguridad que tiene es que se va a quedar porque es el año del gato.

La música
La canción, co-escrita junto al tecladista Peter Wood se grabó en los estudios Abbey Road. Producida por Alan Parsons, junto a otras ocho canciones, salió a la calle en octubre de 1976 bajo el título de “Year of the Cat”. Cerrando el álbum está el tema en cuestión, que en realidad, es una balada folk con un interesante ropaje instrumental. Al Stewart, oriundo de Glasgow (Escocia), pertenecía a la armada folk compuesta en su primera línea yanqui por Paul Simon, Bob Dylan y desde la británica: Donovan, John Martyn, Sandy Denny, Richard Thompson. Ya en sus primeros discos (“Bedsitter Images”, 1967 y “Love Chronicles”, 1969), mostraba esa veta de trovador acústico, el mismo se jactaba de componer “melodías sencillas con letras interesantes”.
Pero más tarde Al Stewart comienza a desplegar otras facetas en sus discos. De la austeridad del folk pasa a agregar instrumentos y solistas para que embellezcan sus composiciones. Por ejemplo, en “Past Present & Future” (1974), que contiene un buen número de sus características baladas, se despacha con dos extensos temas con gran desarrollo musical: en ‘Roads to Moscow’ narra la campaña rusa en la segunda guerra mundial con un logrado tono épico; y en ‘Nostradamus’ describe las profecías del médico y astrólogo francés, al mismo tiempo que desarrolla un largo paisaje instrumental a cargo de ensoñadas guitarras acústicas.
Pero es Alan Parsons como productor quién termina de redondear la idea de Al Stewart. Graban “Modern Times” (1975), que contenía el hit, ‘Carol’ y es en “Year of the Cat” (1976) que Parsons termina de plasmar el concepto musical del escocés con arreglos sofisticados, un toque de jazz y un pizca de pop. Y voilà, todo cierra: el álbum comienza con dos temas de gran factura: ‘Lord Grenville’, basado en la historia del marino británico Richard Grenville y ‘On The Border’, tema pegadizo con reminiscencias hispánicas. Mientras que ‘Midas Shadow’ corrobora la delicadeza de las composiciones de Stewart, ‘Sand In Your Shoes’ muestra su costado más pop.
En general es un disco con muy buenas canciones pero es en el último título de la lista que Al Stewart es eternizado. ‘Year of the Cat’ comienza con un solo de piano dibujando la melodía para desembocar en ese ritmo cansino (acentuado por las guitarras acústicas) que hace adictiva la canción. Cuando entra la voz de Stewart el oyente está lo suficientemente cautivado para creerse la historia. Los pasajes instrumentales con sus solos de violines, guitarra y saxo darán el toque final para que terminemos enamorados de ‘Year of the Cat’.

La letra
La letra es otra historia. Al Stewart, oriundo de Glasgow, compuso la canción en 1966, después de presenciar un espectáculo del comediante Tony Hancock en Bournemoth (Inglaterra). En esos días Hancock estaba sumergido en alcohol y en franca decadencia. Nadie se reía de sus chistes, insultaba al público o comenzaba a hablar de sus problemas personales. “Hancock se paró en el escenario y dijo: ‘No quiero estar aquí. Estoy totalmente decepcionado con mi vida – contó Stewart en una entrevista - Soy un perdedor total, aunque suene estúpido. No sé por que acepté venir para acá’. Luego de esas palabras todos se rieron, ya que creían que era un nuevo personaje que había inventado... pero en realidad no estaba mintiendo. Me puse a mirarlo y me di cuanta que todo era real”.
Semejante situación conmovió a Al Stewart que escribió una canción en su honor. Se llamaba ‘Foot of the Stage’ y contenía la frase “Your Tears Fall Down Like Rain At the Foot of the Stage” (Tus lágrimas caen como lluvia a los pies del escenario). Tony Hancock se suicidó en Sydney en 1968 mezclando alcohol con pastillas de dormir. Stewart decidió no publicar la canción pero años más tarde le cambió la letra cuando le surgió la idea principal de la futura letra viendo el film ‘Casablanca’
En cuanto al título de la canción y la frase del estribillo es obvia la alusión al horóscopo chino. 1975 fue año del gato (o conejo o liebre según los diferentes países en Asia o región en China). 2011 también lo es. Según este horóscopo “será un año muy plácido, bien recibido y necesario después del feroz año del Tigre. Tendremos que ir a un lugar tranquilo para lamer nuestras heridas y recibir algo de descanso después de todas las batallas del año anterior”. (N del A: No parece aplicable a nuestro país, en fin…)

Versiones
Hay una bella versión del tema a cargo de Erica García, incluida en su disco “El cerebro” (1997). Erica respeta la música pero cambia por completo la letra aportando una cuota de misterio: “Ella no puede pensar que es importante, no aclaró con Dios su forma de vivir / no sabe que ser feliz es un chispazo, no quiere saberlo / El sí corre libre por la nada, él ya sabe que uno es lo que quiere ser / él tiene mil vidas en ese cuerpo… / Siete vidas te esperan en algún lugar de tu cabeza / Siete vidas te esperan y cuándo, cuando las vas a buscar? / Si sos inmortal... sos inmortal…”
Las versiones remixadas a cargos de dj como las de Daniel Gómez, Sy Vee y el italiano Alex Gaudino no cambian la ecuación de la canción, pero sí introdujeron el tema a las pistas de baile y lo hicieron conocido a las nuevas generaciones.

Final
En los 90’s Stewart se muda a California. Poco a poco, se sintió emocionalmente distanciado de la evolución de la música popular, especialmente en su país: “Es imposible respetar a una crítica que eleva a The Clash a la categoría de héroes mientras se olvida de un autor tan superlativo como Elvis Costello”. Aseguraba que “el rock está aquejado de infantilismo. ¿Cómo van a pasar los ochenta a la historia? ¡La era de Madonna! Es como si la cima máxima de Hollywood fuera Lana Turner. Me moriría de vergüenza si la música fuera mi única razón de existir”.
Al Stewart continuó editando discos (su última placa, “Sparks and Ancient Light”, data del 2008), pero su historia nunca volvió a ser la misma.




viernes, 8 de abril de 2011

RASGUÑA LAS PIEDRAS

               RASGUÑA LAS PIEDRAS

Se dijo que es la historia de una novia que sufría de catalepsia; también se aventuró que la compuso en homenaje a un amigo muerto; o que refiere a un ataque epiléptico, entre otras tantas alocadas hipótesis. Es que cuando una canción se convierte en clásico ocurren estas cosas, pasa a ser de dominio popular y moneda corriente. Muchas canciones argentinas han tenido ese privilegio, y ‘Rasguña las piedras’ es una de ellas.
“A mí me gusta leer ese tipo de leyendas y fantasías – reconoció Charly a la Rolling Stone – Que Elvis está vivo, que McCartney se murió. No me parece mal, al contrario: es un honor que esas leyendas surjan a partir de una de mis canciones, porque quiere decir que la canción es importante. Ahora, lamento desilusionarlos, pero nada que ver… (risas). La idea del tema era expresar las ganas que uno tiene de sacarse de encima las lacras de la sociedad, y también las propias debilidades, los empecinamientos o los clisés negativos que cada uno lleva adentro.”
‘Rasguña las piedras’ no es una flor en el fango. Apareció junto a un gran conjunto de canciones en “Confesiones de invierno” (1973), segundo disco de Sui Generis que marcó el crecimiento de Sui Generis en todo sentido. “Vida” (1972), con su hit ‘Canción para mi muerte’, fue la carta de presentación de este grupo acústico en un rock con tintes  fundamentalistas. Con el segundo álbum Charly acentuó esta propuesta que abandonaría en la siguiente entrega, “Instituciones” (1974). ‘Rasguña las piedras’ nace acompañada de ‘Bienvenidos al tren’, ‘Cuando ya empiece a quedar solo’, ‘Aprendizaje’ y la propia ‘Confesiones de invierno’, todas canciones de alta factura para el estándar de esa época (y para nuestros días), que constituyeron la reafirmación de un compositor que comenzaba a perfilarse como una cosa realmente seria. Salvo excepciones, la mayoría de los rockeros de esa época no estudiaba música, predominaba la cosa intuitiva. Charly poseía altos conocimientos musicales, provenía de la música clásica hasta que el rock irrumpió por su ventana. En “Confesiones de invierno” introdujo pautas y arreglos que sólo eran comparables a las experiencias que estaban realizando en esos días Nebbia y Spinetta.
Charly compuso ‘Rasguña las piedras’ con una guitarra acústica en la pensión donde vivía. El tema se grabó en ocho canales en los estudios de RCA Víctor con una orquesta dirigida por Gustavo Beytelman. “Los arreglos que propuse para el disco en general y particularmente para ‘Rasguña las piedras’ tienen la huella de mi influencia más importante en ese momento: Frank Zappa y su grupo Mothers of Invention – recuerda Beytelman – Nuestro problema era que los músicos de la orquesta que se formó para la ocasión lo único que les importaba era el cheque que iban a cobrar. Creían que la música que estaban haciendo era menor, que les estaban haciendo un favor a los pibes del rock. Rodolfo Alchourrón y yo hemos sido menos idiotas y menos cerrados que otros músicos procedentes del jazz y la música contemporánea.” (Alchourrón participó en el álbum debut de Almedra y “Muerte en la catedral” (1973) y “Melopea” (1974) de Litto Nebbia).


Charly con Nito
Charly grabó oficialmente con Nito Mestre la primera versión de ‘Rasguña las piedras’ en el disco “Confesiones de invierno” (1973). La segunda en “Adiós Sui Generis”, que registra la despedida del grupo en el Luna Park el 5 de septiembre de 1975. La última versión forma parte de la reunión de Sui Generis para el disco en vivo desde la cancha de Boca y el Parque Sarmiento “Si – Detrás de las paredes” (2001).
La versión original, insuperable, contiene un ropaje acústico y orquestal que acentúa la lírica de la canción y la voz de Nito Mestre, marca registrada e indispensable en muchas canciones de Sui Generis. La segunda, en vivo, contiene la carga emotiva de una despedida en el contexto de dos recitales en la misma noche en el Luna Park (hecho inédito hasta ese momento). Quedó para la historia la súplica de Nito y Charly comunicándole a la audiencia que van a tocar el último tema y después le piden… ¡que se vayan!
La tercera ‘Rasguña las piedras’ es un poco caótica. Charly había decidido resurgir Sui Generis lanzando “Sinfonía para adolescentes” (2000). En esa reunión, Nito es un elemento más del concepto de maravillización de Charly. En ese contexto aparece la tercera versión, con un  tratamiento rítmico muy similar al que había arriesgado Mestre en 1992, con capas y capas de teclados superpuestas, ruidos ambientes y las voces en el mismo plano, con la voz del pobre Nito perdida en un fárrago instrumental. En esta grabación interviene Gustavo Cerati cantando la primera estrofa en forma audible.

Solo Nito
Nito Mestre grabó oficialmente cuatro versiones de ‘Rasguña las piedras’. La primera aparece en 1992 como maxi single bajo el título de “Maxi Rasguña las Piedras” para el sello Oíd Mortales. “Estamos haciendo Rasguña 92 por muchas causas – declaraba Nito en un reportaje – Me dije, ¿por qué no hacerlo? Lo bonito fue hacerlo porque me dio la gana. Después… que vengan a hablar los demás. Me encanta, porque en este país hablan todos, y ahora tengo muchísimas ganas que ahora tengan ganas de hablar de por qué Nito Mestre cantó otra vez ‘Rasguña las piedras’…”
“Maxi Rasguña las Piedras” contiene tres versiones remixadas por los djs Deró y Tuti Gianakis. Estas pistas tienen un tratamiento tecno que molestó a los más puristas. Participa David Lebón como guitarrista invitado, aportando el color rockero a estas versiones (basta escuchar lo que aporta con su guitarra en la primera de ellas).
“Charly siempre está, es el que hizo el tema pero si Charly hubiese estado acá, una de ésas, no se hacía el tema – declaraba Nito, quién le faltaban unos días para cumplir los 40 - Me he preguntado muchas veces por qué hacer este tema de nuevo. Bueno, vale la pena, primero, para que se den cuenta que quizás se puede hacer otra versión distinta, que Rasguña es como un himno y se puede escuchar de otra manera. Para marcar, de alguna manera, que se puede cantar en el término de una hora y monedas, se pueden hacer seis voces tranquilamente, bien. Además, creo que habría que rescatar el romanticismo de esa época…”
En 1993 Nito recibe la propuesta de viajar a Miami para grabar con los mejores músicos sesionistas del ambiente. El productor Jorge Álvarez decidió que el repertorio estaría compuesto por temas de Sui Generis, aunque no se le había consultado a Charly. A Nito lo pudo la tentación de grabar un disco con la mejor tecnología y músicos de la talla de Larry Coryell, Abraham Laboriel y Alex Acuña. Cuando “Nito canta Sui Generis” (1993) salió a la venta tuvo muy buena acogida. Charly, no muy conforme, tiró varios dardos por elevación. En ese contexto aparece esta grabación: técnicamente impecable pero algo fría e impersonal.
La tercera versión la grabó Nito con la orquesta y el coro de la Universidad de San Juan en el 2007 y se publicó como “Nito Sinfónico” (2009) en formato DVD junto con el ep “Flores en Nashville”.
La cuarta ‘Rasguña’ está incluida en “Una celebración del rock argentino” (2009), la antología de nueve discos que dirigió y lanzó Litto Nebbia. Nito se transformó en un participante activo en este tributo: canta ‘Me harás pensar en el amor’ (Los Gatos), ‘El mundo entre las manos (Almendra), ‘Menta y limón’ (Narvaja), ‘Dulce 3 nocturno’ (Pescado Rabioso), ‘Confesiones de invierno’ (Sui Generis) y ‘Charly’, un sentido homenaje al compositor de ‘Rasguña’ con letra de Suma Paz y música del propio Nebbia.
El séptimo aporte de Nito en “Una celebración del rock argentino” es su última versión oficial de ‘Rasguña las piedras’ acompañado por Nebbia en teclados que disparan voces procesadas y una acentuada percusión, más la guitarra de David Lebón que ya parece una figura imprescindible en algunas versiones de este clásico del rock argentino.
No se sabe que opina Charly acerca de esta última versión, aunque arriesgo que en el fondo se sentirá halagado que su antiguo compañero continúe mostrando su tema a las nuevas generaciones.

viernes, 1 de abril de 2011

ATLÁNTICO SUR

                        ATLÁNTICO SUR

A los testimonios de los ex combatientes, de los familiares caídos en Malvinas, a la extensa bibliografía que retrata esos años, a los diversos artículos periodísticos, hay que sumar las canciones que rinden tributo a la memoria de nuestros soldados caídos en las islas y en las frías aguas del Atlántico Sur. Unas surgieron durante la guerra, otras fueron apareciendo conforme pasaba el tiempo, para mantener viva la llama de la memoria y mostrar los acontecimientos a las nuevas generaciones.


Las canciones que inspiró la guerra
Hubo canciones que se tomaron como himnos para la ocasión, ‘En este mismo instante’, de Pedro y Pablo, escrito una década antes o ‘Sólo le pido a Dios’, que León Gieco había compuesto en 1978 inspirándose en el conflicto del Beagle.
Pero otras fueron compuestas pensando en Malvinas. Alejandro Lerner se pone en la piel de un soldadito y graba ‘La isla de la buena memoria’: "Que haré con el uniforme / cuando empiecen a pelear / con el casco y con las balas / ni siquiera sé marchar..." (“Todo a pulmón”, 1983).
En ‘Reina madre’, Raúl Porchetto, cuyo tema ‘Algo de paz’ también se constituyó en un himno, utiliza la imagen del soldado inglés hablándole a su reina: “Pero, madre, ¿qué está pasando acá? / son igual a mí y aman este lugar / tan lejos de casa que ni el nombre recuerdo / ¿Por qué estoy luchando? ¿Por qué estoy matando?” Publicado en “Che pibe” (1982), que también contiene ‘Este hermanito a casa volvió’.
En su primer disco solista Charly García incluyó 'No bombardeen Buenos Aires' que recomendaba escuchar la BBC para enterarse de la verdad. “Estaba podrido de escuchar a mis amigos y a la gente que se la había creído - contó Charly - El tema habla del terror que sentís cuando se viene una mano renegra pero para los demás, aparentemente, todo está bien.” "Vamos soldadito / termina tu tarea y regresa pronto / que hoy te quiero aquí...". A la semana de participar en el Festival de la solidaridad, Litto Nebbia escribió 'La guerra no sabe'. “No nos estaban diciendo la verdad. - confiesa Litto - Me sentí defraudado y decidí escribir el tema. Prohibí que los sacaran a la venta salvo en una placa de edición limitada porque me pareció una porquería ganar dinero de derechos por veinte mil pibes que se estaban matando allá.”
En su segundo álbum, Giros (1985), Fito Páez cita la guerra en 'Decisiones apresuradas' cuando dice: "Cocaína, alguien decide por el país / no me culpen, no estoy dispuesto para morir / sobre un crucifijo... una guerra no es un negocio o una ilusión / una guerra es sangre...". Dice Eduardo Berti que la idea parece surgida de una declaración que dio Charly García a la revista Libre en 1984: “La guerra fue como esa canción de Frank Zappa, 'Cocaine Decision', que habla de los ejecutivos que toman decisiones apresuradas producto de la droga.”
Desde el folklore, Atahualpa Yupanqui y Ariel Ramírez publicaron “La hermanita perdida” (1983) con la participación de Lolita Torres. El tema de Yupanqui, que titula el álbum rezaba en una parte: “Ay, hermanita perdida, hermanita, vuelve a casa / Malvinas, tierra cautiva, de un rubio tiempo pirata / Patagonia te suspira, toda la Pampa te llama…”

Tiempo después
El tiempo no cerró las heridas, al contrario. Rata Blanca debuta en 1988 con “Rata Blanca”, allí hablan de Malvinas en ‘Gente del Sur’. (“No se muy bien cual fue la gloria en esta guerra del sur / Hoy puedo ver miles de cruces en estas islas que Dios nos dio a todos los hombres…”)
Desde el rock contestatario no se quedaron callados. Los Violadores proponían “Cartas a Londres o bombas a Londres” desde ‘Bombas a Londres’ (“Mercado indio”, 1987), Ataque 77 afirmaba: “Estoy en guerra desde que acabó la guerra / vendiendo recuerdos que nadie quiere recordar / yo no quiero mendigar….” (“Amén”, 1995) y Almafuerte con ‘El visitante’, canción que es parte del film homónimo (“A fondo blanco”, 1999)
“Un león bien armado defendía su imperio, nuestros pibes descalzos y en medio del desierto / los fusiles no andaban, las cosas no llegaban y Galtieri chupaba otro whisky más…” cantaban los platenses de Don Lunfardo y el Señor Otario desde su “Álbum verde” (2000).
Los cantautores también están presentes: Alberto Cortez (‘A Daniel, un chico de la guerra’); Ignacio Copani (‘Hoy no es 2 de abril’), Piero (‘Las hermanitas Malvinas’) y Víctor Heredia, que en varias de sus canciones roza esta temática.

Desde el otro lado
El ejemplo más notorio es The Final Cut (1983) de Pink Floyd. Roger Waters compuso todos los temas exorcizando sus obsesiones pero también incorporó Malvinas y su entorno. En 'Get Your Filthy Hands off my Desert', Waters escribe: “Breznhev tomó Afganistán / Beguin tomó Beirut / Galtieri tomó la bandera británica / y Maggie, terminado el almuerzo un día / tomó un crucero con sus manos / aparentemente para que la devolviera...”. Tiempo después declararía en su primera visita a nuestro país: “Era más una observación contra la guerra que contra alguien en particular, excepto Margaret Tatcher. Estaría perfectamente contento si las islas pertenecieran a Argentina y no a Gran Bretaña. Histórica, geográfica y políticamente las islas son argentinas.”
Joe Jackson graba en 1986 “Big World”. En este disco hay una canción titulada 'Tango Atlántico' cuyo estribillo reza: “Y tal vez pienses que esta canción llega demasiado tarde / pero es para que no olvidemos / que este Tango Atlántico no ha terminado todavía…”.  “Durante Malvinas estaba en Nueva York. - cuenta Jackson - Fui a un sauna y me puse a charlar con mi compañero ocasional. Era un argentino. A ambos nos resultó entre incómodo y gracioso estar allí, conversando cortésmente mientras nuestros ejércitos se mataban en un enfrentamiento.”
En 1982, Elvis Costello, junto a Clive Langer, compusieron  ‘Shipbuilding’, una canción que hablaba de la paradoja que nació durante Malvinas. La guerra traía prosperidad para los pueblos astilleros de Liverpool, North East England y Belfast. Los hombres volvían a construir barcos, pero con ello aumentaba la probabilidad que sus hijos mueran en esos mismos barcos que ellos estaban construyendo (ese mismo año, Robert Wyatt también grabó una gran versión de ese tema).
The Levellers es una banda proveniente de Brighton formada bajo los influjos del punk tradicional. En “Levelling the Land” (1995) incluyen ‘Another Man´s Cause’ cuyo letra habla de una madre viuda de un soldado de Malvinas, cuyos hijos son llamados para otra guerra: “Ahora se pregunta cómo muchos más acuden al llamado para pelear y morir en otros países / Morir por una religión que nunca creyeron, morir en un lugar en el que nunca hubiesen estado…”
Los New Model Army son oriundos de Bradford. En “Vengeance” (1984), disco con evidente influencia de The Clash, incluyen ‘Spirit of the Falklands’, donde Justin Sullivan canta: “Hombres muertos en el Atlántico Sur / Eso significa abrigar nuestros corazones / Algunos piensan que ellos murieron por vos o por mí / Oh Dios, ¡qué farsa!”
Los británicos de The Milkshakes son una interesante agrupación liderada por Billy Childish. Tuvieron un comienzo punk y luego se volcaron al rockabilly. En 1995 homenajearon a las víctimas del crucero General Belgrano con un tema instrumental: ‘General Belgrano’ (“19th Nervous Shakedown”, 1995).
La banda Iron Maiden es uno de los privilegiados grupos que tiene gran cantidad de fans en Argentina. “Cuando estuvimos en Buenos Aires vi el monumento de los soldados caídos en la guerra de Malvinas y pensé que fue una tragedia tan grande – cuenta el cantante Blaze Bailey - Es tan triste, escribí un poema sobre ello, pero nunca esperé que se transformara en una canción.” Así nació ‘Cómo estais amigos’, publicado en “Virtual XI” (1998).

Siempre nos estarán esperando, no sólo para que las escuchemos cada 2 de abril, sino para que las difundamos y celebremos con mayor asiduidad. Son canciones sabias, consejeras; algunas con algo de odio y amargura, otras escritas con una pizca de resignación, pero todas con el mismo objetivo: recordar Malvinas.
Están las que tienen gran valor musical, y las que son rudimentarias, pero todas ellas recordando y testimoniando nuestra historia, porque no sólo la escriben (y la cantan) los que ganan.