sábado, 14 de mayo de 2011

BOCANADA

                           BOCANADA

Finalizaba el milenio cuando Gustavo Cerati se aprestaba a lanzarse a las arenas como solista. Estaba por cumplir sus 40 cuando todavía sonaban las gracias totales de los conciertos despedidas de Soda Stereo en River.
Técnicamente no era su debut en solitario, “Amor amarillo” (1993) fue el primero, pero había sido grabado en paralelo a su actividad con Soda. Esta vez era él sólo. Había estado trabajando con Ocio y Plan V, dos agrupaciones instrumentales vinculadas al ambient y a la electrónica, pero su razón de ser, sus canciones, aguardaban ser escuchadas. Ya sin la vorágine grupal, Cerati se mudó a una casa con fondo bien grande y al lado de la pileta construyó ‘Submarino’, el estudio donde grabaría las canciones de su futuro disco.
“Era un deseo que tenía desde hace mucho tiempo – contaba en esos días – Me hice un estudio en mi casa sabiendo que la comodidad de poder hacerlo ahí significaba no tener que cortar mi vida entre la familia y la música.”
Comenzó a trabajar con Flavio Etcheto (Ocio), luego con Leo García y finalmente se unieron el bajista Fernando Nalé y el baterista Martín Carrizo. Poco a poco fueron dando forma a “Bocanada” (1999): un espectro de canciones que se construyeron desde la guitarra; o elaboradas a partir de pedazos de músicas ‘sampleadas’, no con intención de realizar remixes, sino con el formato canción como destino final. Todo esto condimentado con cierto espíritu setentista, bien explicado por el propio compositor: “Hay como una relación con la música de los 70 sin que sea retro. Fue cuando empecé a escuchar música de verdad. Rock progresivo, rock sinfónico, Marc Bolan y Roxy Music. Entonces elegíamos los discos por los buenos que eran y los músicos competían por hacer mejores álbumes, no por vender más. Luego la industria metió sus patas y ahora no se escuchan discos enteros y se habla de singles y cortes”.
Cerati compuso, grabó y produjo “Bocanada” en el término de cuatro meses. No estaba interesado en hacer un disco de rock, ya había demostrado que venía de ese género. Estaba harto de los fundamentalistas del rock que no se movían de ciertas estructuras ya anquilosadas. “Digamos que Bocanada explica la separación de Soda; y creo que le va a interesar a la gente que está un poco harta de lo que ocurre alrededor – explicaba Cerati - Puse mucha música en este disco, aunque no es una honestidad brutal ni nada de eso. Tenía muchos más temas, pero había cosas que ya las había dicho antes y tampoco era necesario ese derroche de energía.”

Vuelta por el universo
Entonces para hoy el ejercicio será escuchar se principio a fin  “Bocanada”. No será una tarea difícil, al contrario, será muy placentero adentrarse en un mapa de ritmos, géneros y sobre todo, de canciones.
Comienza con ‘Tabú’, dueña de una rítmica intrincada y poderosa. La voz de Cerati, diáfana, cristalina, cruzando selvas y trepando montañas para alcanzar lo más preciado. Las guitarras y los samplers hacen el resto…
Al momento acústico de ‘Engaña’ le sucede ‘Bocanada’, una especie de bolero en plan trip hop con atmósfera densa no sólo por el humo: “Cuando no hay más nada que decirnos habla el humo, nada el humo y reina en espiral…” cantaba Cerati, fumador empedernido (más de cuarenta cigarrillos diarios desde los 18 años). El tema contiene fragmentos de ‘Eruption’ de Focus, banda holandesa que surcó los 70’s.
De la densidad de ‘Bocanada’ pasamos a la luminosidad de ‘Puente’, joya made in Cerati: “Aunque puede leerse como una canción de amor lo escribí pensando en la gente – explicaba Gustavo – Nunca lo había hecho, pero tiene que ver con la cantidad de personas que me preguntaban cuando iba a salir el disco, qué iba a hacer o si se volvía a juntar Soda Stereo. Son situaciones poderosas con las que convivo cotidianamente.”
Inspirada en un dibujo de su hijo, Benito, ‘Río Babel’ tiene que ver con el lado electrónico de Cerati y es cautivante ‘dejarse fluir sin un fin más que fluir’ bajo ese ritmo cansino y magnético.
Promediando el disco ‘Beautiful’ nos propone una paz relajada tanto en su música como en su letra y ‘Perdonar es divino’ nos dan coraje para aventurarnos con ‘Verbo carne’, de gran tensión dramática apuntalada por una orquesta sinfónica dirigida por Gavin Wright (conocido por su tarea en el primer disco de Massive Attack), que grabó en los míticos estudio Abbey Road. “Cantar sobre esa orquesta fue maravilloso – contaba emocionado – Creo que fue uno de los momentos más altos que viví como cantante. Hice seis tomas de voz sólo para relamerme, porque con la primera ya casi estaba. Y no es siempre así: a veces tardo mucho en hacer una buena voz porque estás tratando con emociones y si te vas un poco, si perdés concentración se nota, por lo menos yo lo noto y me persigue toda la vida.” (Cerati quedó tan encantado con la experiencia que grabó más tarde “11 Episodios sinfónicos”, 2002).
Le sucede ‘Raíz’ (con fragmentos de ‘Del aire al aire’, canción de los Jaivas, de su celebrada “Alturas de Machu Picchu”), que podría ser la segunda parte sofisticada de ‘Cuando pase el temblor’ y ahí está, coronada de teclados simulando sikus y quenas, la voz de Gustavo: “Qué otra cosa es un árbol más que libertad? / y si te abrazo es para sentir / que a nuestro amor nunca podrán sacarlo de raíz…” (El tema se iba a llamar ‘Yague’, en alusión a la ayahuasca, planta alucinógena con la que Cerati tuvo una experiencia.) A un pasaje instrumental en plan Ocio, le sucede ‘Paseo inmoral’, con letra de Francisco Bochatón, de pura seducción y música endiablada que nos prepara para pasar una noche muy larga: “un paseo inmoral, noche de longevidad…”.
Haciendo un paréntesis, hay que reconocer que Cerati es un compositor que puede trabajar sus letras como imágenes; construir frases que le suenen bien para determinado tema; o buscar una palabra en el “Diccionario artístico de Gustavo Cerati”, un proyecto que comenzó a sus 15 años, una suerte de libro de historia, acordes, música y raconto de todas las palabras que le gustaban de un enorme diccionario que había en su casa. “Una ridiculez – confesó Gustavo alguna vez – pero hay veces que necesito alguna idea o algún concepto de algo que tengo en mente y cuando divago por ese diccionario a lo mejor aparece lo que estoy buscando. No ocurre habitualmente, pero siempre está ahí cerca, a mano.”
¿Será casualidad que Cerati se haya inspirado en el Borges de ‘El jardín de los senderos que se bifurcan’ para componer la irresistible ‘Aquí y ahora’?, no lo sé, pero lo cierto que el cuento de Borges que habla de infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos, tiene que ver a lo que apunta Cerati: “En los tres primeros minutos se escribió la historia, precisamente todo está pasando, aquí y ahora…”.
Una coda instrumental da lugar a ‘Alma’, la última canción con letra del álbum (“Bocanada” cierra con ‘Balsa’, una música instrumental onda ambient que no suma ni resta nada). En cambio ‘Alma’, con la guitarra virtual tremolada y los sintetizadores dibujando ensoñaciones mientras Gustavo nos canta: “sugiero que nos quedemos atentos por las siglas de los siglos…” nos hace extrañar mucho, mucho, esa entrañable voz.
“Hola, siempre te encuentro…” son las últimas palabras pronunciadas por Gustavo Cerati en este disco.
Ha pasado un año de su accidente cerebro vascular. Un párrafo del último parte médico, desde la Clínica Alcla, dice que el paciente sigue con “asistencia respiratoria mecánica y manteniendo un plan de desvinculación progresiva del respirador. Continúa con su plan terapéutico habitual, trabajando en las diferentes áreas de rehabilitación”.
Su madre, Lilian Clark, declaró en Visión 7 que nota reacciones: “Yo le digo: ‘Gustavo, vino mamita’, y el me agarra fuerte la mano…”
Nosotros, mientras tanto, esperamos…





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