jueves, 8 de septiembre de 2011

                       FAMILIA CANCION

Es altamente gratificante para un padre y un hijo realizar un proyecto, una tarea, juntos, codo a codo. Lo es más si se trata de crear algo desde cero, pariendo algo como resultado de la comunión de dos talentos. Moris y Antonio Birabent lo lograron cuando decidieron grabar un disco. Hacía mucho tiempo que se lo debían, era un mandato inevitable que se postergaba por motivos de agenda o de ritmos de vida diferentes. Finalmente, Moris y Antonio Birabent, ambos músicos, ambos referentes de la música argentina, se encontraron en “Familia canción”, diez postales musicales con pinceladas ciudadanas y sabor argentino.

El padre
Papá Moris es responsable de componer y grabar con Los Beatniks en 1966 el primer simple del rock argentino con dos canciones en castellano, ‘Rebelde’/’No finjas más’. El disco vendió unas pocas copias pero dejó encendida la mecha. Más tarde Los Gatos marcaron el inicio 'oficial' del rock argentino con el simple ‘La balsa’ y su lado B ‘Ayer nomás’, una composición de Moris con letra de Pipo Lernoud.
Más tarde se convertirá en el gran trovador del rock en Argentina con su fundacional (e indispensable a la hora de comprender los inicios del rock en Argentina), “Treinta minutos de vida” (1970), ese álbum que contiene ‘El oso’, ‘De nada sirve’ y ‘Escúchame entre el ruido’. Luego de “Ciudad de guitarras callejeras” (1974), otro inspirado ramillete de canciones, a Moris le esperaba otro destino: enseñarle a los españoles esto del rock en castellano. Su carta de presentación es “Fiebre de vivir” (1978), el del rocanrol  ‘Sábado a la noche’ y la balada ‘Nocturno de princesa’. Joaquín Sabina confesaría tiempo después que “El retrato de lo cotidiano en España fue invento de Moris”.
Moris no es un músico prolífico, su último registro data de 1995, (“Sur y después”), tampoco lo ayuda su bajo perfil. Dice Inés González Fraga, su mujer desde 1965, que estos últimos años se ha dedicado a leer, escuchar música y a la pintura, aunque tiene cuadernos enteros con temas que no han salido a la luz.

El hijo
Antonio Birabent creció entre Madrid y Buenos Aires. Animal mediático, todos estos años ha sabido moverse como pez en el agua en la televisión y el cine. En los ’90 dejó huella en la tv como actor en ‘Verdad consecuencia’, y como periodista con los programas ‘Rocanrol’ y ‘La cueva’. Debutó en el cine con ‘Tango feroz’ encarnando la figura de su padre. En 1998 se independiza y crea Sitios laterales, su sello propio, grabando “Azar”.
Con la incontinencia musical de un Nebbia o un Calamaro, Antonio tiene en su haber más de una docena de discos. Los primeros, con impronta rock y pop, un par electrónicos, los últimos con el propósito que heredó de su padre: el de constituirse en cronista urbano. Le compuso a su ciudad varias canciones y confiesa: “Soy un amante de Buenos Aires. Quizá me estoy poniendo viejo, pero siento que no podría estar lejos del lugar donde vi la luz por primera vez…”

El disco
“Familia canción” está compuesto por diez canciones nuevas que son el resultado de cinco décadas de componer de parte de Moris y de 25 años de escribir música de Antonio. Las composiciones no están firmadas, prefirieron no declarar la autoría, aunque se puede sospechar de quién es cada tema, no sin sorpresas: ‘Thomas y Lacroze’ parece letra del padre, pero es del hijo.
La producción e instrumentación está a cargo de Antonio Birabent y el co-equiper de su banda, el guitarrista y arreglador Víctor Volpi.
“El disco por un lado es clásico, un álbum de temas clásicos que ojalá dé lugar a futuros clásicos, pero por otro lado también hay mucha búsqueda - cuentan los dos - Para los dos fue algo así, compartir el disco, las composiciones en un diáfano ambiente donde conviven el clasicismo y el fuerte desafío que esto representó para nosotros. Un amigo de los dos lo describió como un disco muy épico, tiene algo de épico, algo de himno, hay como un himno dando vueltas en el disco y una nostalgia bastante épica en el álbum. Sin embargo hay un par de temas que están más cercanos al rock o al blues, un género que los dos en algún momento hemos cultivado”.
Los Birabent comprueban una vez más cómo se han derribado los géneros en la música argentina. Moris, un rocker de la primera hora frasea y escribe como un tanguero; y un cancionista pop como Antonio canta letras en sintonía con los poetas ciudadanos. En “Familia canción” la omnipresencia del tango es notoria y natural, como la presencia de los pulsos roqueros habituales en sus protagonistas.
En cuanto a las voces e interpretaciones, la de Moris, es su rasgo distintivo que supera largamente la media imperante. Con los años se ha convertido en un crooner a mitad de camino entre al tango y la balada roquera, posición que lo torna indestructible en lo suyo. Antonio ha sabido construir un estilo vocal casi en las antípodas de su padre, pero que aquí se complementan sabiamente.
“Cuando la civilización estalle en mi pobre corazón, cuando la visión distante rompa el instante de la sinrazón / Cuando las calles muerdan el polvo del desamor, cuando las ciudades caigan / yo sé que haré… yo estaré en el medio de la ruta, yo estaré en el medio del camino… yo estaré debajo de la lluvia… yo estaré con mi guitarra al hombro…” dicen padre e hijo en ‘Civilización’, el tema que abre el disco.
Estas canciones respiran tango, letras urbanas que retratan los personajes y el habitante de Buenos Aires. Cada uno, a su manera lo reflejan en una canción, Antonio canta: “Buenos Aires, sur interminable, sos el trono de la América inversa / Buenos Aires, antiguo nombre que todo lo toca, todo lo quema / sepan todos que yo fui el amante de tus noches / sepan todos que yo fui el caminante de tu corazón…” (‘Buenos Aires sur’); el padre, Moris, apela a la nostalgia: “Parado en una esquina de un rancho en la ciudad / hoy llueve como siempre y es igual que hace un mes / invierno en Buenos Aires, lunes otra vez / estoy aquí de vuelta, para adónde iré…” (‘Parado en una esquina’).
Pero las crónicas urbanas continúan, en ‘Barrio pobre’, cuentan: “Te conozco barrio pobre, madrugada, mate y soles / avalanchas del futuro, eterno grito social, la esperanza de un obrero, del camionero de cuero… y del noble camarero que te sirve tu café…”; en ‘Demorado en San Telmo’, retratan: “Cambalache de lo viejo y lo nuevo resuena el tun-tun del barrio tambor / alpargatas, libreros / Nos demorados al paso en San Telmo / en las caras, el cielo tan lejos del centro, tan lejos del centro… Yo me demoro en San Telmo…soy callejero…”
Los Birabent no podrían haber elegido un mejor cierre para el disco. ‘El poeta de Varela’ es una balada tan hermosa como nostálgica con destino de himno, que retrata la vida de un poeta humilde en su vocabulario, pero siempre rico en su intención. “Sabés, yo de pibe escuchaba Manal en las calles de Florencio Varela / ahora, ahora vivo bien, trabajo en el centro y a la tarde me vuelvo a Varela / Yo soy un humilde poeta de barrio, me llamo Horacio y cuando quieras te canto mis temas…” Así termina el disco, repitiendo como un mantra: … cuando quieras te canto mis temas…”

Padres e hijos
No son muchos los casos de padre e hijo grabando un disco compartiendo protagonismo. Hay que citar “Juntos por siempre” (2008), el álbum de Bebo y Chucho Valdés en el que cara a cara y piano a piano interpretan temas propios y del repertorio latinoamericano. Walter (padre) y Javier (hijo) Malosetti realizaron un recital en La Trastienda con el propósito de publicarlo como un disco en vivo.
Lurrie Bell, el guitarrista de Chicago, grabó con su padre, el armoniquista Carey Bell, “Getting Up Live” (2004) para Alligator Records, nominado como mejor álbum acústico para la Blues Fundation de Memphis.
Hay un proyecto de Paul y James McCartney de publicar un disco. James, el hijo de Paul, que lanzó el año pasado su primer disco (un ep compuesto por cinco temas), está grabando algunas canciones con el fin de acoplarlas a lo compuesto por su padre. Por ahora, es sólo un proyecto.

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