viernes, 26 de agosto de 2011

                HASTA SIEMPRE CHANGO

Que los parió… se nos fue el Chango… diría un amigo con quién compartimos la pasión por el Chango Farías Gómez, artista que nos abrió la cabeza cuando arremetió contra los molinos de viento del fundamentalismo sonoro, ese que desde la música pregona la pureza incólume de sonido, como si la música y los instrumentos fuesen impolutos, cómo si la guitarra no descendiese de los moros, la zamba no tuviese parte de raíz europea; la quena no fuese originaria de los Andes peruanos y el bombo no luciese con orgullo sus antepasados africanos.

Desde sus inicios, con los Huanca-Huá y el grupo Vocal Argentino,  revolvió el avispero, molestando a propios y extraños. Los Huanca-Huá, que además del Chango, contaba entre sus integrantes a su hermana Marián y su hermano Pedro, Juanca Tavera y Hernán Figueroa Reyes (en diferentes épocas), irrumpieron en 1960 siendo revelación en Cosquín. La utilización de novedosos arreglos vocales, utilizando fonemas y onomatopeyas, dieron luego pie a al florecimiento de grupos vocales de la talla del Cuarteto Zupay, Opus Cuatro y Los Trovadores.
 “Cuando venía esa andanada yo no podía entender cómo los folkloristas y folklorólogos podían ser tan cerrados – contaba el Chango - Ahí, con 24 años, descubro esa forma estigmatizada de pensar. Si vos sos folklorista tenés que ser un campeón de chupar vino y comer empanadas, si sos tanguero tenés que usar bisoñé, si sos rockero tenés que tener pelo largo y usar arito. Todo eso no tiene nada que ver con la música. Simplifica, confunde. Yo soy músico y toco música popular. Cuando explico un poco más para que sepan qué toco, me terminan diciendo que soy folklorista, inmediatamente les aclaro: ¡No, yo soy músico!”
A pesar de ser pianista en sus inicios y luego guitarrista y bajista, Farías Gómez se aficionó al bombo. Cuando realizó los arreglos de percusión para la “Misa Criolla” (1964) y fue intérprete de la percusión en la primera grabación de la misma  junto a Los Fronterizos, colgó varios bombos de un soporte, creando una especie de batería criolla, casi una herejía para la mirada de la época.  
Corrido por la Triple A, se exilió en Francia y España en 1976. Antes de irse alcanza a grabar, a instancias de su hermano Pedro (fallecido en el 2004) y junto a su hermana “Marián + Chango”, con el aporte del pianista Manolo Juárez, otro irreverente de la música popular. El álbum se edita en 1977 en Francia y aparece en 1981 en nuestro país. Las revisiones de ‘Chacarera de un triste’, de los hermanos Simón y de ‘Vidala para mi sombra’, de Julio Espinosa, dieron pie para que se acentúe la llamada ‘proyección folklórica’, término muy en boga en esos días para denominar lo que hacían los artistas que buscaban caminos nuevos para crear e interpretar folklore. Como siempre decimos, en música no deberían existir las etiquetas, ni los encasillamientos: hay dos clases de música, buena o mala, el resto es pura cháchara.

Cuando el Chango regresa a nuestro país, Manolo Juárez le comenta que los dueños de un teatro en San Telmo, a la vuelta de su casa, vivían invitándolo a tocar. Así nace “Contraflor al resto” (1982), espectáculo realizado junto a su hermana Marián y Manolo Juárez, en el que revitalizan los temas del Cuchi Leguizamón, ‘Chacarera sin segunda’ de Juárez y ‘María va’ de Tarragó Ros. Basado en el show, se publica un disco que junto a “Mercedes Sosa en Argentina”, cautivaron los oídos vírgenes de la audiencia joven y rockera argentina. En esos días de efervescencia, sonaban con fuerza el rock argentino, la nueva trova cubana, cantautores (Piero y Víctor Heredia); y ahí también estaba el Chango con su apertura folklórica, entreverándose con los aires nuevos de la apertura democrática.
Tres años después forma M.P.A. (Músicos Populares Argentinos), grupo con el que profundiza su objetivo de liberar al folklore de una visión anquilosada. Cómo no hacerlo con la calidad de sus integrantes: un duende de la flauta (Mono Izarrualde); una cantante excelsa y angelical (Verónica Condomí); un músico integral y compositor de estirpe (Peteco Carabajal) y una promesa de la música popular que se truncó trágicamente (Jacinto Piedra). M.P.A parió dos obras para la posteridad,  de permanente consulta a la hora de repasar interpretaciones de alto nivel con arreglos imaginativos.  A este abordaje, se le sumaba la inclusión de sintetizadores, batería y guitarra eléctrica, que le daban una impronta renovadora al sonido del grupo. “Nadie más que nadie” (1985), contiene la antológica ‘Te voy a contar un sueño’ de Jacinto Piedra; y ‘Como pájaros en el aire’, ‘Digo la Mazamorra’ de Peteco Carabajal.  “Antes de que cante el gallo” (1987), con la participación de Lito Vitale y Luis Gurevich en teclados, cuenta con perlas como ‘La canción del brujito’, de Peteco, ‘Maturana’, el clásico del Cuchi, que hizo clásico el Chango; y ‘Don Sixto Palavecino’, de León Gieco), con un insuperable arreglo de voces.
Un párrafo aparte para su cálido vozarrón, su búsqueda musical insaciable y su estampa de peronista impenitente (fue funcionario en el período 1989-1992 y legislador entre 2003 y 2007), con la que opinaba con vehemencia: “Acá muchos aplauden a Lula, pero le dan con un caño a Hugo Moyano. Es una cosa que a mí me vuelve loco. Los negritos brasileños son todos hermosos y acá son negros de mierda. Nuestra música está hecha en su gran mayoría con instrumentos de origen europeo como el bandoneón, el violín, la guitarra. El bombo es africano. Pero con eso hicimos algo muy importante: música nuestra. Indagar, investigar y desarrollar con mi mirada sobre esa obra es lo que me apasionó toda la vida.”
En 1996 Farías Gómez forma el grupo La Manija y graban “Rompiendo la red”, grabación que muestra las nuevas ‘locuras’ del Chango: incorpora  aires flamencos en la cueca ‘El Pajarillo’, mixtura ‘Alfonsina y el mar’ con ‘Tomara’ de Antonio Carlos Jobim; o ‘Chacarera santiagueña’ con un ritmo afro-cubano; y realiza un cierre antológico con la milonga ‘Los ejes de mi carreta’ devenida en guajira y el Mono Izarrualde haciendo de las suyas.

“Chango sin arreglo” (2003) es su última grabación. El sobre interno del disco incluye una jugosa anécdota que hace referencia al espectáculo de su regreso al país: “En el verano de 1983 estábamos con mi hermana Marián y Manolo Juárez en Mar del Plata presentando ‘Contraflor al resto’. Mi hermana se lo había encontrado esa tarde a Don Ata y lo invitó al show, al que asistió. Después de la función, nos invitó a Marián y a mí a comer puchero a un conocido restaurante. Nosotros lo conocíamos desde nuestra infancia. Y aunque había presenciado el espectáculo, con todo lo que eso significa, no le exigimos una opinión sobre lo que había visto. Entonces él, como para cerrar el tema y observando que yo le ponía mostaza al puchero, hizo este comentario: "M`hijito, lo que pasa es que ustedes, los Farías Gómez, son los únicos capaces de ponerle mostaza al asado y que no se pierda el gusto...".
“Chango sin arreglo” se transformó sin quererlo en su último opus y se torna en un cita imprescindible a la hora de escuchar un dueto ahora histórico con la Negra Sosa en ‘Canción del obraje’; y dos canciones que ahora que el Chango se fue, cobran un nuevo significado: ‘Debajo del sauce solo’, la hermosa zamba de Manuel Castilla y Rolando Valladares; y especialmente ‘París, junio de 1978’ , con música suya y letra de Alicia Crest:  “Quiero contarte una historia, no encuentro palabras y vuelvo a empezar / todo da vueltas y vueltas no encuentro palabras y vuelvo a empezar / por eso tralaleo, que es un modo de pintar los besos claros del alma y el amor salvaje de mi soledad… / Todo me huele a distancia, se llama nostalgia, me esconde la voz…
Cómo tocarla de lejos a tu piel valiente, pétalo de sol / por eso tralaleo… y como barcos al viento, naufragan los ecos de mi corazón / amar, cantar, bailar en la oscuridad, jugar, soñar con vos…”
Y sí… siempre permanecerán en nuestros corazones esos ecos, los de su vozarrón, los de sus armonías, los de su amor a nuestra tierra a través de su música. Hasta siempre Chango…

viernes, 19 de agosto de 2011

               ALGUIEN SE OLVIDA DE AVISAR

En este agosto se cumplen treinta años de la edición de 1981”, uno de los discos bisagras de Litto Nebbia. Tres décadas es todo un número, incluso tratándose de la historia de un compositor como Litto Nebbia, que hace más de cuatro décadas que hace camino con sus canciones.
A los 33 años Nebbia grabó este disco que lo terminó de forjar como compositor; tenía 18 cuando experimentó la explosión de Los Gatos con ‘La balsa’ como máximo éxito. Luego, como solista, inició una época de experimentación con su trío (Jorge González en contrabajo y Néstor Astarita en batería) con álbumes indispensables como “Muerte en la catedral” (1973), “Melopea” (1974) y “El vendedor de promesas” (1977) que le valió incomprensión en su momento y posterior reconocimiento (por esas cosas que generalmente los artistas están siempre un paso adelante con respecto al resto de la gente).
En 1978 se fue del país hastiado de las persecuciones y las malas condiciones imperantes para desarrollar su actividad. “Me fui a México justo un mes después del Mundial ’78 – cuenta Litto - Los motivos fueron varios. Cumplía treinta años y me dije: voy a comenzar una nueva etapa, voy a probar esta aventura. No fui con algo arreglado de antemano. A esto se debe sumar que, para esa época, hacía un año que venía tocando de manera muy irregular, sólo en lugares muy pequeños. No estaba estrictamente prohibido, pero si soportaba otro tipo de censura, se corría el comentario de que no había que contratarme porque era un tipo raro o que llevaba público peligroso. Éramos muchos los que prácticamente estábamos sin trabajo, en plena dictadura, con la gente que casi no salía de sus casas.”
La estadía de Nebbia en México lo hace madurar como compositor. Allí parió una nueva forma de canción, sintetizando elementos del pop de Los Gatos, de la experimentación con su trío, más el aporte de las experiencias personales vividas fuera de su tierra. Un nuevo cancionero nacía: con letras simples, pero no sencillas y una música con un innegable sabor argentino.

Ese 1981 Litto graba en México dos discos: “Sólo se trata de vivir” que contiene ‘Solo se trata de vivir’, el máximo hit de su carrera, y otros temas importantes como ‘La gente que no sabe lo que quiere’, ‘El bohemio’ y ‘Nadie es tan importante como uno cree’ (estos dos últimos ya editados anteriormente); y el álbum homenajeado hoy en este espacio: 1981”.
Antes de volver definitivamente a la Argentina, Litto desembaría en 1982 en nuestro país por un mes para visitar a su madre, arreglar su vuelta con la publicación de estos dos discos y planear el inicio de una gira por todo el país para los meses siguientes. Inquieto como es, arregló con la gente de La Trastienda para hacer tres actuaciones en un fin de semana con la condición que no se hiciera una publicidad masiva, sino sólo a través del boca a boca. Así nació “Tres noches en La Trastienda (1982), disco doble en vivo con las participaciones de Dino Saluzzi y Bernardo Baraj.
Cuando Litto volvió definitivamente a Argentina no se conocía mucho de sus nuevas canciones, excepto ‘Sólo se trata de vivir’, que León Gieco ya había mostrado en vivo. La situación cambiaría porque entre 1982 y 1985 grabaría una docena de discos (solistas, con el Cuarteto Zupay, con la Banda Sinfónica Municipal, con los Músicos del Centro, y la banda de sonido de la película ‘Evita, quién quiera oír que oiga’ de Eduardo Mignogna).

El disco
1981” retrata a un Nebbia en su justa maduración mostrando once canciones imbatibles, frescas, vitales, con una llegada más directa al oyente con respecto a sus antecesoras.
Canciones que hablan de separaciones: ‘Alguien se olvida de avisar’, ‘Cuando llega el ocaso’, ‘Recuerdos en un taxi’, ‘No importa la razón’, inspiradas tal vez en la última relación del compositor con la poetisa y letrista Mirtha Defilpo; tributos a músicos: ‘Para John’, dedicado a Lennon; ‘Fattobello Fattoruso’, homenaje a Hugo y Osvaldo Fattoruso ( uruguayos que inventaron el candombe beat con su grupo Los Shakers); experiencias de vida (‘Vive bonito’, ‘Hay que aprender a morir’); mirada al universo femenino (‘Más que loca’).
En ‘Un poco de vida’, por ejemplo, Nebbia se retrata de cuerpo entero: “Ayer arranqué una hoja de mi calendario / Es un día de esos que uno quisiera ser otro / Muchos dicen que una pena de amor con el tiempo se olvida / No lo dudo, pero sucede que yo me enamoro seguido…” 
La música que acompaña las letras es interpretada por su trío (Jorge González en contrabajo y Néstor Astarita en batería) que se despiden en esta grabación luego de haber acompañado a Litto por ocho años.
Así como en los 70 fue uno de los precursores de introducir el folklore en el rock argentino (luego lo haría con el tango); Litto estrena ‘No importa la razón’, un bolero que habla de desamor.  “Ya en México, sensibilizado por un concierto del gran bolerista Marco Antonio Muñiz y por un suceso personal... escribí esta canción sobre la estructura típica del clásico genero romántico, sin perder mi estilo – cuenta Nebbia - La estrené en Buenos Aires cuando regrese en el 81 para un concierto en Obras. Recuerdo que al anunciar les voy a cantar un bolerito que hice; muchos chiflaron.... pero después les gustó...”
En su extensa discografía Nebbia ha compuesto diversas canciones en homenaje a los músicos que él admira (incluso discos completos como los dedicados a los Beatles, Gardel, Brian Wilson, Tom Jobim, Yupanqui). En 1981” publica ‘Fattobello Fattoruso’ en tributo a los hermanos Fattoruso. Hugo ha participado en muchos discos del rosarino y han compuesto un puñado de canciones como ‘parceiros’.
La pasión por los Beatles le ha llevado a Nebbia a grabar tres volúmenes con sus canciones. No es de extrañar, que enterado de la muerte de Lennon, haya escrito ‘Para John’.  “El mundo gira cruel y uno se deja rodar pero quién me podrá contestar / Y explicar y hacerme entender / Y quién será capaz de poder contener lo que su espíritu despertó en mi juventud…” dice Nebbia en parte de la letra, que alguna vez declaró: “Regreso de Nueva York a México, y a los pocos días recibo la ingrata noticia del asesinato de John Lennon a diez minutos de haber ocurrido. Escribo esta canción de un solo tirón en el tiempo que transcurre el tema, como si alguien me lo dictara... En ningún momento la canción menciona el nombre de John. Está escrita con todo el sentimiento de uno frente a la perdida de alguien querido.”
En ‘Vive bonito’, el tema más extenso del álbum, Nebbia da rienda suelta a su labor de tecladista improvisando con los pianos Yamaha y Rhodes; en cambio, en ‘Recuerdos en un  taxi’, experimenta con su principal rasgo distintivo: graba y superpone decenas de pistas con su voz y el tarareo tan personal que tanta satisfacción provoca en sus seguidores (y cierto desdén cercano a la burla en sus detractores).
‘Alguien se olvida de avisar’ es la canción que abre 1981”. No es máximo éxito de Nebbia, ni posee un rasgo en particular, pero bien se puede mostrar como esa canción típica del rosarino que el oyente nunca quedará inmune al escucharla.

‘Alguien se olvida de avisar’ es uno de los tres temas de 1981” que el cordobés Mario Díaz incluyó en “Nebbiero” (2010), disco que contiene dieciocho canciones de Nebbia interpretadas por tríos o cuartetos de conjunto de cámara con los grandes músicos del centro del país (Esteban Gutiérrez en percusión, Marcos Cordero en guitarra, Jorge Martínez en piano y teclados, Sofía Ortiz en voz).
El álbum de Mario Díaz, cuidada producción que cuenta con la participación del propio Nebbia, tiene una indisimulable impronta folklórica y es un exquisito y merecido tributo a este rosarino que ha dedicado toda una vida al servicio de la canción argentina.

martes, 2 de agosto de 2011

LA VENTANA SIN CANCEL

                LA VENTANA SIN CANCEL

Hace unos días salió publicada en la web una noticia, sin muchos detalles, que daba cuenta de la muerte de Mirha Defilpo, unas pocas líneas que decían que tenía 66 años y no mucho más. Mirtha Defilpo fue una importante poetisa que publicó entre otros títulos: ‘Después de Darwin’ (1983), ‘Malezas’ (1985) y ‘Matices’ (1991). Algunos de sus poemas, como ‘La inasible’, se publicaron en ‘200 años de poesía argentina”, con selección y prólogo de Jorge Monteleone (Alfaguara, 2010).
Defilpo además tuvo un protagonismo musical acentuado desde 1973 hasta 1979. En el transcurso de esos seis años fue pareja musical (y en la vida) de Litto Nebbia, juntos parieron una cantidad de discos tan bellos como incomprendidos. En esos días Mirtha se convirtió en letrista, musa y fuente de inspiración de un Nebbia que supo extender los límites del formato canción.

Los primeras letras que Defilpo escribe para Nebbia son dos canciones que se publican en “Muerte en la catedral” (1973), el primer álbum que el rosarino graba con su trío (Jorge González en contrabajo y Néstor Astarita en batería), dando inicio a un rico período de exploración y búsqueda de nuevos formatos.  De las dos canciones que interviene Defilpo, destaca ‘La operación es simple’ (“Un canto de moneda suena la vida y si una cara danza, la otra saliva, la operación es simple, de suma y resta…”)
“La cosa más definida que tuve siempre fue la literatura, escribir – contaba Mirtha a la revista Pelo en los ’70 - Yo nunca hice canciones hasta que conocí a Litto. Lo que siempre escribí es poesía y algún texto de prosa poética. Al comenzar a hacer canciones con Litto me di cuenta que hay palabras que no sirven para ser cantadas. Descubrí también que en las canciones hay una limitación de lenguaje demasiado grande. Veo que son muy grandes las posibilidades que dan las letras para canciones y que aún no son explotadas.”
En 1974 Nebbia y Defilpo redoblan la apuesta cuando aparece “Melopea”, uno de los grandes discos de la década del 70, con la mitad de las letras a cargo de Defilpo. Litto se adentraba en un formato que traspasaba las fronteras de la canción tradicional, la poesía de Defilpo, de métrica irregular, exigía y corría a Nebbia de su lugar seguro. Semejante exigencia tuvo sus frutos: “Melopea” es una gema exquisita para que descubran las nuevas generaciones. En  ‘La lección del viajero’ Defilpo hace cantar a Nebbia: “el viajero me dijo que la boca se rompe / si uno come palabras, todo nuevo refugio es una antigua trampa…”). El ‘hit’ del disco era ‘La ventana sin cancel’, libre alegoría sobre los pensamientos de Julieta en su balcón.
Luego Nebbia y Defilpo son invitados por el director Olkar Ramírez para que musicalicen una obra de pantomima que se presentaría en el Teatro San Martín en el marco del Festival Latinoamericano del Mimo. Nebbia musicaliza un texto de Defilpo, que a instancias de Ramírez, escribe sobre la historia de un hombre que fracasa en su vida en todo lo que emprende. Fruto de esa trabajo se publica “Fuera de cielo” (1975), con Astarita y González como base rítmica. En el tema que titula el álbum, que abarcaba todo el lado A del disco, Defilpo escribe: “Olvidaste payaso que el enemigo es rápido, perdiste la paciencia, perdiste tu trabajo / brincaste más aprisa sobre la cuerda floja, a nadie le hizo gracia tu mueca de tristeza, ni tu cabeza rota en vez de tus zapatos…”

En 1976 Defilpo edita “Canciones para perdedores”, su único disco enteramente solista. Acompañada de un selecto plantel de músicos que en esos días acompañaban a Nebbia (Dino Saluzzi, Manolo Juarez, Pocho Lapouble, Nestor Astarita, Daniel Homer), Mirtha cantaba sus letras musicalizadas en su mayoría por Nebbia. Defilpo no era precisamente una cantante, pero supo interpretar sus letras con cierto encanto y calidez.
“Yo hago poesía dramática, tomando dramático como sinónimo de encuentro, hablo de situaciones dolorosas, o bien de  propuestas esforzadas para la felicidad, que creo que es la forma que yo he elegido para comportarme en este mundo – explicaba Defilpo sobre su álbum - Creo que nuestro aprendizaje se realiza a través de las pérdidas. Curiosamente son pérdidas que hacen una escalera de trayectoria humana donde cada escalón es un esfuerzo, una pérdida, una integración con nuevas cosas, una transformación sucesiva. No estoy hablando despectivamente, ni siquiera lastimosamente de los perdedores. Sino que pienso que nuestro transcurso en el universo es de esfuerzo, de pérdida, de aprendizaje con dolor. En ese sentido es el título del LP.”
Ese mismo 1976, con “Bazar de los milagros”, producen nuevamente un ramillete de canciones, bellas, intrincadas, misteriosas. En ‘La muerte y la mirada’ la poetisa hace dialogar a la muerte (“Poseo por herencia a aquellos que me muestran su extraño corazón de muerte acurrucada…”); con la mirada (“Contemplo el universo con los tímpanos rotos pero las existencias no me sirven de nada…”).
En 1977 Litto Nebbia publica su obra máxima en cuanto a experimentación y riesgo artístico: “El vendedor de promesas”, cuyas letras corresponden íntegramente a Defilpo. El trabajo  fue un fracaso de ventas,  sin embargo, con el paso de los años ha sido valorado en su real dimensión. “La presentábamos en vivo – recuerda Nebbia - con el apoyo dramático de dos actores, la actriz, un corto realizado especialmente que se proyectaba al inicio de la obra y tocábamos con el trío mientras sucedía la acción teatral…un disparate, ni que hablar para la época, recuerdo que perdí un pequeño departamento. El arte tiene esas cosas a veces, es una actitud de dar, que no necesariamente trae como respuesta una revolución económica”.
La obra, concebida como idea conceptual, es una suite con su obertura, adagio y final correspondiente. Por supuesto, el formato canción de tres minutos no existía ni tampoco estaban las reglas tradicionales de métrica de las letras. Aquí Nebbia musicaliza la intrincada y bella poesía de Defilpo con una música acorde al vuelo poético de las letras valiéndose de una parafernalia de teclados que eran una novedad para la época (Mini-Moog, sintetizador ARP String Ensemble, Clavinet Hooner)
En la reedición del 2010, Mirtha Defilpo publica una suerte de aclaración de sus letras: “Escribir una poesía no autoriza ni exige al autor a dar una explicación absolutamente determinante de la comprensión de los otros. La poesía goza del extraño privilegio de ser reinterpretada (y lo puede ser en varias oportunidades) por su propio autor o sus lectores. Pero puedo decir que ‘El vendedor de Promesas’ es como una larga parábola sobre el destino humano.”

Tiempo después, en su exilio mexicano, Nebbia publica “Toda canción será plegaria” (1979), disco firmado junto a Murtha Defilpo que contiene pistas grabadas en Buenos Aires. En estas canciones el rosarino se hace cargo de todos los instrumentos, con intervenciones ocasionales en dos pistas de Domingo Cura y Norberto Minichilo y su compañera aporta algunas letras, voces y coros. La despedida discográfica de Defilpo se manifiesta con creces en ‘Motivos del azul’ y en la hermosa ‘En la tierra, el sol’ donde Defilpo hace cantar: “En la tierra el sol vio escondido a un niño soñador, y al instante supo que sería desdichado, tan desolado…”
Hace unos días Litto Nebbia le mandó unas palabras a Mariano del Mazo para que se publicaran en Página 12, entre otras cosas Litto decía: “Muchas veces sus letras fueron criticadas de intelectuales y herméticas. Sólo con el paso del tiempo comencé a encontrar gente que valora sus letras en la música. Mirtha era una poeta extraordinaria y su paso por la canción fue una situación placentera que se dio por el destino de encontrarnos. Desgraciadamente algunos libros, pequeñas ediciones con su poesía, no se encuentran fácilmente. Tampoco fue ella la clase de persona que andaba golpeando puertas para que la publicaran. Era orgullosa y talentosa. Cualquier mención que se realice para que se conozca su poesía, es un acto de nobleza y justicia.”

La ventana sin cancel
Cuidado, Julieta, estás acumulando sombras en los vidrios de tu ventana sin cancel.
Sospecha, Julieta, que si el amor visita a una muchacha lo hace cambiándose la piel.
Alborozo femenino descubriendo el sol…escucha!!!!
No mires, Julieta, cuando el amor inventa laberintos alguien se tiene que perder.
Fina espada de mujer en las manos guardarás, ignorando su poder, aun todo es ilusión.
No sueñes, Julieta, el infortunio sube por tu trenza,
y te despeinará, y te despeinará para enlutarte el corazón.
‘La ventana sin cancel’ ha sido versionada por Juan Carlos Baglietto en “Acné” (1984), su homenaje al rock argentino; y por los Súper Ratones en la “Celebración del Rock Argentino” que produjo Nebbia en el 2010.