sábado, 18 de junio de 2011

PADRES E HIJOS


                                     PADRES E HIJOS

‘Creía que mi padre era Dios’ es un título de una colección de relatos publicados por Paul Auster, también es una frase acertada acerca de la imagen que tenemos de los padres en nuestros primeros años de vida. Luego, el tiempo se encarga de situarlos en el lugar que corresponde, que no es menos importante que el de la imagen inicial. Los que tenemos la suerte de ser padres, no necesitamos una fecha determinada para celebrar nuestro papel, pero como no puedo escapar a los convencionalismos, aquí van unas pinceladas acerca de encuentros entre padres e hijos que actúan de disparador al recuerdo de mi padre y, tal vez, al de cada uno de ustedes.
Si hablamos de hijos de músicos, en su mayoría, no sienten ese instinto ancestral que los lleva a enfrentarse (o diferenciarse) de sus padres, la vida excitante que llevan sus progenitores hace que sientan una identificación mayor hacia ellos. Unos tuvieron una relación feliz con su padre, otros, complicada; algunos triunfaron, otros, nunca pudieron superar artísticamente la figura de su padre.

En nuestro pagos
Ya sabemos en que punto está hoy la relación entre Charly García y su hijo Miguel, pero rescatemos una anécdota positiva. “Un día llegué a casa y me encontré con Miguel escuchando un tema de Serú Girán y cuando cambiaba de ritmo, rebobinaba y repetía la parte anterior – cuenta Charly – Me acerqué a preguntarle si la parte que venía no le gustaba, y me dijo que para él los temas tenían que tener sólo una parte. Gracias a él entendí que muchas veces la música se complica demasiado, como si no se pudiera, digamos, gozar… Entonces hice ‘Yendo de la cama al living’, y eso le gustó. Descubrí que era preferible, en vez de cambiar el ritmo, hacer que el tema fuera polirrítmico. ‘Yendo de la cama…’ o ‘Nos siguen pegando abajo’ son polirrítmicos, pero se pueden bailar. O sea que mi hijo me abrió una puertita al futuro.” Miguel García sacó un par de discos solistas, pero ni por asomo se forjó una carrera parecida a la de su padre.
Otra relación conflictiva fue la de Gato Azul Peralta y Miguel Abuelo. Gato Azul pasó su infancia transcurrió en París e Ibiza viviendo entre gitanos sin mucho contacto con su padre. “Cuando volvió a la Argentina - cuenta Gato sobre su padre - fue distinto porque se rompió el traste para darme todo. Fue un buen padre. Muy comprensivo. Siempre tuvimos buena onda. Alguna que otra vez me cagaba a alpargatazos. Pero lo comprendo: yo era un flor de vago”. Cuando Miguel Abuelo saca su disco solista “Buen día, día” (1984), cantan juntos con su hijo el hermoso tema ‘Mariposas de madera’.  Ya fallecido Miguel hubo un intento infructuoso de reflotar a Los Abuelos con Gato Azul como cantante. Promediando le década del 2000, Gato Azul formó un grupo con los hijos de los integrantes de La Cofradía de la Flor Solar y Pedro y Pablo.
A lo largo de su extensa obra, Luis Alberto Spinetta ha dedicado canciones  a sus hijos, ‘Valen’ o ‘¿No ves que ya no somos chiquitos?’ son dos ejemplos citados a las apuradas. En cuanto a encuentro de padre e hijo, Dante Spinetta debutó en un disco de su padre, “Tester de violencia” (1988), cuando tenía 11 años. De los hijos del Flaco, Dante es el que ha cimentado una frondosa carrera, desde Illya Kuryaki & The Valderramas hasta nuestros días, pero también Valentino ha continuado la saga, primero con Geo Ramma, y en la actualidad, como músico y productor de hip hop, haciéndose llamar Leeva.
Papá Luis también continuó los pasos de su padre Luis Santiago, cantante de tangos, de quién ha musicalizado algunas de sus letras. En “Un mañana” (2008), su último disco con material propio, el Flaco le puso música al introspectivo ‘Hombre de luz’; y en la época de Invisible, incluyó un poema de su padre en ‘Encadenado al ánima’ (“Durazno sangrando”, 1975).

Allende los mares
Joachim Cooder tenía 4 años cuando decidió ser baterista después de presenciar una zapada de su padre, el guitarrista y productor Ry Cooder, y al baterista Jim Keltner. “Siempre le digo a Joachim que la música es algo que nadie te puede quitar – dice Ry – Una vez que aprendes a dedicarte a esto, lo meditás y lo trabajás, te construís algo propio. Siempre que estuve de gira, Joachim viajó con nosotros, desde que era bebé.” El fruto de está linda relación se ve premiado cuando papá Cooder produce “Buena Vista Social Club” (1998), película y disco que rescata a los soneros de la Trova Cubana. En ‘Chan Chan’, la canción de Compay Segundo que abre el tributo, nos encontramos con padre e hijo participando en la grabación, mezclados entre los músicos cubanos.
En 1975 los Beatles ya eran historia. Cuando nace Sean, John Lennon se dedica a criar a su hijo, dejando a Yoko hacerse cargo de los temas administrativos y comerciales del matrimonio. “Quería darle cinco años enteros de estar siempre allí - dijo Lennon en su momento - No había visto crecer a mi primer hijo, Julian. No estuve presente durante su infancia, en absoluto. Estaba de gira. Y mi niñez fue cosa seria. No sé que precio se debe pagar por desatender a los niños. Y si no le brindo atención hasta los cinco años, sin duda tendré que brindársela a los dieciséis años hasta los veinte, porque se les debe, es como la ley del universo.” Lennon compuso la bella ‘Beautiful Boy’ (“Double Fantasy”, 1981) pensando en Sean. Tanto Julian como Sean incursionaron en la música con resultados dispares, aunque el primero tuvo un relativo éxito con “Valotte” (1984).
También los hijos de los otros beatles sufrieron esa carga. James, hijo de Paul McCartney, debutó en la música en ‘Heaven On A Sunday’, tema de “Flaming Pie” (1997), disco de su padre.  Recién en el 2010, con 33 años, lanzo su primer disco. “Available Light” es un ep que contiene cinco canciones, cuatro propias y una de Neil Young.
George Harrison falleció durante la grabación de “Brainwashed” (2002). Su hijo, Dhani y su amigo, el músico y productor Jeff Lynne, terminaron la tarea “Hacer este disco con mi papá - dijo Dhani - incluyó la alegría de trabajar de a dos cuando empezamos a grabarlo, y la tristeza de no poder finalizarlo juntos. Me siento honrado de haber tenido algo que ver con esta obra, y estoy orgulloso de ser capaz de mostrarla al mundo, como un regalo para todos los que disfrutan de la música de mi padre”. Dhani formó Thenewno2 junto a Oli Hecks, lanzaron un ep y luego el más que interesante “You Are Here” (2009), donde Dhani busca su propio estilo pero no puede escapar a la atmósfera melancólica de su padre.
El cantautor Cat Stevens es responsable de 'Father and Son', una de las canciones más bellas escritas entre un padre y su hijo, incluida en "Tea For The Tillerman" (1970). En su intento original la letra hablaba de un chico que quería sumarse a la revolución rusa en contra de los deseos de su padre. Este proyecto nunca se plasmó y la canción, que contiene una bella y seductora melodía con rasgos acústicos, mutó hacia una letra que recrea un diálogo entre el padre y el hijo, cada uno con su punto de vista ante la vida.

Por último, una lista esencial y complementaria de canciones dedicadas a los padres: ‘Mi viejo’ (Piero); ‘Si ves a mi padre’ (León Gieco); ‘Adiós Nonino’ (Astor Piazzolla, letra de Eladia Blázquez); ‘Una lágrima en el viento’ (Christian Roth); ‘Padre, que nos perseguía’ (Litto Nebbia); ‘My Father’s Eyes’ (Eric Clapton), ‘The Living Years’ (Mike and The Mechanics).
Y a los hijos: ‘Isn´t She Lovely?’ (Stevie Wonder); ‘Rey sol’ (Fito Páez); ‘Vos sabés’ (Fabulosos Cadillacs); ‘El nacimiento de Ramiro’ (Rubén Blades); ‘No te vayas niña mía’ (Jaime Roos); ‘Tears In Heaven’ (Eric Clapton).

domingo, 12 de junio de 2011

RAZONES PARA ESTAR ALEGRE


                 RAZONES PARA ESTAR ALEGRE


Ian Robins Dury tuvo una vida de película, es más, el año pasado se estrenó una biopic (como se le dice en la actualidad a los films biográficos) basada en su figura. Nació en 1942 en Harrow, Middlesex. De niño sufrió de poliomielitis y las secuelas le acompañaron el resto de su vida: estatura pequeña y una pierna más corta (usó durante toda su vida un bastón y una especie de aparato calibrador en su pierna).
“Soy carismático y no me apena mi apariencia física – decía Dury -  Hasta la gente más hermosa tiene algún mal. Y mi mal es tan obvio que no hay punto alguno para que me preocupe por él. Por fortuna soy bastante interesante a los ojos de los demás. Lo sé porque yo me pinté, como estudiante de arte, unas 500 veces”.
Estudió en una escuela de arte y en los tempranos años setenta brindaba clases en Canterbury mientras su inquietud por la música lo llevaba a fundar su primera banda, Kilburn and the High Roads. A partir de 1971, al contrario de sus compañeros egresados de arte, escogió la música y dejó el pincel  y las clases.
Es recién cuando conoce al pianista Chas Jankel que la cosa comienza a encaminarse: graban varios demos para mostrar en las grabadoras. El sello Stiff Records se interesa por ellos y los incorpora a su lista de artistas (Nick Lowe, Elvis Costello, Dave Edmunds, Graham Parker, The Damned).
Como Ian Dury graba “New Boots and Panties!!” (1977), que capta rápidamente la atención de la audiencia británica del punk y la new wave. La música de Dury tenía puntos de contacto con el punk: su irreverencia, la audacia musical, su imagen y vestimenta; pero en realidad, a Dury le gustaba también otros géneros y lo plasmaba en sus temas. Así como The Clash se abrió al reggae y al rockabilly, Ian Dury hizo lo propio con el funk y el jazz, enriqueciendo el potente pero árido panorama musical dominante a fines de los 70. En cuanto a las letras de Dury, rebozan de inteligencia, humor y desprejuicio, elementos que lo ayudaron a superar sus impedimentos físicos. Alguna vez declaró a la publicación española Ruta 66: “The Buzzcocks era un excelente grupo pero debo decir que yo no era un gran seguidor del punk, es demasiado violento para mí. Me gusta el funk, el jazz. Me agrada la música bien interpretada, pero también puedo identificarme con un concepto, con el aspecto visual. En casa nunca escucharé un disco punk por placer. Sigue siendo ruido. Pero estoy contento de que los punks hayan existido y nunca he sido uno de sus detractores, sino más bien lo contrario”.
 “New Boots and Panties!!” abre con ‘Wake Up and Make Love With Me’, de letra sugerente, excitante y de alto refinamiento en los arreglos y la ejecución musical (la canción tampoco desentonaba con la música disco, en su apogeo en esos días). El otro gran tema del álbum es ‘Sex Drugs & Rock & Roll’, que parece una apología a los excesos del rock, pero que en realidad es una sátira a esa consigna. La canción salió como simple ese 1977 pero no causó repercusión, el paso del tiempo la llevo a instalarla en su lugar de clásico. Otro gran tema de su primer álbum es ‘Sweet Gene Vincent’, en homenaje a uno de los pioneros del rock and roll, que comienza con una línea de ‘Blue Gene Baby’ y desemboca en una vital rock & roll como no podía ser de otra manera.
Dos años después forma su gran banda, The Blockheads, y edita “Do It Yourself” (1979), siempre con el aporte fundamental de Jankel en piano y composición. Ya desde el comienzo, (‘Inbetweenies’, ‘Quiet’), Ian Dury muestra su predilección por la música negra, principalmente el funk, que le brinda el condimento final para que este álbum se eleve a estatura de clásico.

Razones para estar alegre
Ese mismo año Dury y su banda lanzan el simple ‘Reason for Be Cheerful, Part 3’, ambiciosa canción de ritmo funky. Mientras los Blockheads, desde el coro, conminan a Dury a permanecer en la cama, éste canta en un estilo cercano al rap, enumerando una lista de motivos para estar alegre: nerosidad y la cortess; Little Richard y su estar alegre mientras los Blockheads lo conminan el rocanrolero Buddy Holly; Little Richard y su éxito ‘Good Golly Miss Molly; el Teatro Bolshoi en Moscú; Picadilly Circus en Londres;  la generosidad y la cortesía; las medias amarillas; el vino; Steven Biko; los Hermanos Marx; el trombonista  Rico Rodríguez y el saxofonista John Coltrane; Woody Allen; Salvador Dalí; la canción ‘Volare’; Adriano Celentano; ser autodidacta (algo bonito para estudiar), etc…
Dice Nick Hornby, autor del libro ‘31 canciones’: “Cuando más escucho ‘Reasons to Be Cheerful’, más me suena como el mejor tipo de himno nacional británico, capaz de inspirar orgullo a los que nos pasamos demasiado tiempo sintiéndonos incómodos con nuestro país. En realidad, si Tony Blair tuviera agallas debería explicarle a la reina que, dado que ella ya no nos interesa a ninguno, el himno antiguo ya no sirve y que de ahora en adelante se empleará la canción de Ian Dury en todos los acontecimientos deportivos y ceremonias del Estado. Para ser una canción complicada, ‘Reasons to Be Cheerful’ es muy precisa culturalmente, si la escuchas con la suficiente atención; si se refiere a una edad de oro ya esfumada, sólo el tiempo lo dirá.”
‘Reasons to be Cheerful’, cuya melodía se basa en parte del solo de bajo de Charlie Haden en ‘Ramblin, del álbum del saxofonista Ornette Coleman, “Change of the Century” (1959), tuvo su génesis en Italia durante una gira europea. Mientras probaban sonido, un técnico del grupo sufrió un accidente, lo que provocó la suspensión de la gira. En ese lapso de espera, Dury, Jankel y el saxofonista David Payne compusieron y grabaron la canción en un estudio de RCA. Extrañamente, el tema no apareció en “Laughter” (1980), el siguiente disco de Dury. Recién se publicaría en larga duración en el compilado “Jukebox Dury” (1981).

Final de los Blockheads
El pianista Chaz Jankel, mano derecha de Dury, decide lanzarse como solista, es reemplazado por Wilko Johnson, guitarrista de Dr Feelgood, pero la química no es la misma. Sin la banda, Dury intenta sin éxito con “Lord Upminstersin” (1981), registrado en otro sello. A partir de allí se llama a silencio musical y se dedica a la actuación obteniendo papeles en “Piratas” (Roman Polanski, 1986), “Rocinante” (Ann y Eduardo Guedes, 1987), “Corazones de fuego” (Richard Marquand, 1987) y “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante” (Peter Greenaway, 1989).
A comienzos de 1998 reúne nuevamente los Blockheads para grabar un material que había compuesto durante dos años. “Mr Love Pants” (1998) lo devuelve al candelero pero no son todas buenas noticias. En mayo de ese año anuncia en la BBC que padece cáncer en el hígado: “No me importa si soy inmediatamente olvidado. No me importa si mi trabajo se va por el caño. No estoy aquí para ser recordado, estoy aquí para estar vivo”.
Dury le peleó a la enfermedad haciendo música y disfrutando con su familia (hacía poco que se había vuelto a casar, tenía dos hijos). Hizo campañas para ayudar a la gente que padecía cáncer y tuvo tiempo de participar en el single ‘Drip Fed Fred’ de Madness.
A las nueve de la mañana del 27 de marzo de 2000 fue vencido por la enfermedad. Tenía 57 años de edad.
En Octubre de 2001 se editó “Brand New Boots & Panties: Tribute Ian Dury”, con la participación, entre otros artistas, de Sinead O'Connor (‘Wake Up And Make Love With Me’), Robbie Williams (‘Sweet Gene Vincent’) y Paul McCartney (‘I'm Partial to Your Abracadabra’). Se grabó como una forma de celebración a esta gran figura de la música británica. Lo interesante y emotivo del álbum es que la banda de acompañamiento está integrada por los viejos compañeros de ruta de Ian Dury, The Blockheads.

jueves, 9 de junio de 2011

EL ÚLTIMO CAFÉ


                             EL ÚLTIMO CAFÉ

Hace décadas que el tango transitó su época dorada. Como género, en estos días ha perdido protagonismo en las nuevas generaciones y su presencia en los medios es escasa (se circunscribe a programas de radio específicos en horarios extraños). Sus intérpretes muestran su arte en un acotado circuito de las grandes urbes, teniendo su mayor oportunidad de trabajo en varias capitales europeas y en Japón. Los actuales cultores no logran que las nuevas generaciones lo adopten o siquiera lo degusten de vez en cuando.
El tango seguirá existiendo, por peso propio, por historia; ya no con la enorme popularidad de antaño pero sí en nuestra forma de ser, en el paisaje urbano, en la voz y en la forma de componer de muchos artistas nuevos que poseen algún gen tanguero.
Mientras tanto, celebremos al género ciudadano con este tango canción que merece ser cantado:

‘El último café’ (Cátulo Castillo - Héctor Stamponi)
Llega tu recuerdo en torbellino, vuelve en el otoño a atardecer
Miro la garúa, y mientras miro, gira la cuchara de café.

Del último café que tus labios con frío
Pidieron esa vez con la voz de un suspiro.

Recuerdo tu desdén, te evoco sin razón,
Te escucho sin que estés; “Lo nuestro terminó”
Dijiste en un adiós de azúcar y de hiel...

¡Lo mismo que el café, que el amor, que el olvido!
Que el vértigo final de un rencor sin porqué...

Y allí con tu impiedad me vi morir de pie,
Medí tu vanidad, y entonces comprendí mi soledad
Sin para qué... Llovía. Y te ofrecí... ¡el último café!

José Gobello en su ‘Conversando tangos’ (A. Peña Lillo Editor, 1976) cuenta que ‘El último café’ ganó el primer premio en el primer concurso organizado, con mucho ruido, por la compañía Odol, en diciembre de 1963. Lo cantó entonces, para presentarlo a ese certamen, Raúl Lavié, pero un par de días antes lo había grabado la orquesta de Héctor Várela con el cantor Ernesto Herrera.
‘El ultimo café’ pertenece al género tango-canción que inauguraron Gardel y Le Pera en la década del 30 con canciones como ‘El día que me quieras’ y ‘Cuando tu nos estás’. ¿Qué pasaba? Las películas que protagonizaba Gardel y escribía Le Pera se veían en Europa y Estados Unidos, es por ello que la música y las letras de los tangos tenían un tinte “for-export”, evitando las palabras en lunfardo. Esta nueva manera de escribir tangos, con cierta apertura melódica, le permitió al género tomar nuevos aires y colarse en un repertorio de artistas internacionales (hay que reconocer que con resultados disímiles).
A partir de la década del 40 cuando los cantantes solistas comenzaron a tomar mayor protagonismo se comenzaron a escuchar con mayor asiduidad tangos que poseían una lírica romántica, con música con puntos de contacto con el formato canción o el bolero, como es el caso de ‘El último café’.
Junto a José Razzano, Castillo también escribió ‘Café de los Angelitos’, un tango que se emparenta con ‘Cafetín de Buenos Aires’ de Discépolo (ambos recrean la bohemia de esa época). En ‘El último café’, en cambio, el poeta toma la figura del pocillo de café como emblema de una amarga despedida, del final de un amor.

El poeta
El periodista César Tiempo, compañero de colegio de Cátulo Castillo, publicó en noviembre de 1975 en el diario Clarín una evocación de su figura, a menos de un mes de su muerte, ocurrida en octubre de ese año: “Dios puso en órbita a Cátulo un domingo de invierno y lo sacó de circulación un domingo de primavera. ¿Cómo es posible que Dios, nada menos que Dios, haya hecho lo que hizo con Cátulo, un camarada entrañable e imprescindible, un muchacho que tenía la alegría de los santos y su bondad, mientras tolera que sigan actuando, defraudando, corrompiendo, perfeccionándose en el ejercicio de la indecencia, de la ruindad y del crimen, tantos marrulleros con patente de corso, tantos hampones despiadados, tantos canallas refugiados en los aguantaderos de la impunidad y el cinismo.”
Cátulo nació en 1906 en Buenos Aires en la calle Castro, entre un potrero y un tambo. Su padre, José González Castillo, tuvo una agarrada de padre y madre con el Jefe del Registro Civil cuando éste se negó inscribir a su hijo con el nombre de Descanso Dominical. Es que González Castillo, que en ese entonces tenía 21 años, era un anarquista empedernido y romántico que luchaba por los derechos del hombre. Luego de que el funcionario hiciera reflexionar al flamante padre, éste lo pensó mejor y lo hizo llamar Ovidio Cátulo. Ovidio por el poeta romano que fue exiliado por el emperador César Augusto en el siglo 8 antes de Cristo; y Cátulo por Gayo Valerio Cátulo, poeta rebelde que tuvo el coraje de enfrentarse al César.
Es responsable de la letra de ‘Tinta Roja’ y ‘Silbando’ (con música de Sebastián Piana); y de ‘Caserón de tejas’, ‘Desencuentro’,  ‘A Homero’, ‘María’ y ‘La última curda’ (con música de Aníbal Troilo) entre otros célebres tangos.

El compositor
Héctor ‘Chupita’ Stamponi nació en 1916 en Campana y desembarcó en Buenos Aires veinte años más tarde junto a otros jóvenes que también pasarían a ser parte del tango, el violinista Enrique Francini y el poeta/letrista Homero Expósito. Luego de participar en varias orquestas en los años 30, en 1943 se radicó en México, donde se dedicó a escribir música para películas. A su regreso, acompañó a cantantes de la talla de Hugo del Carril, Alberto Marino y Edmundo Rivero, además de formar un célebre dúo de piano y violín con Francini.
‘Chupita’, al frente de su piano, le imprimió un carácter melódico a su música que lo distinguiría en sus temas. Compuso con Homero Expósito el exquisito vals ‘Pedacito de cielo’, ‘Qué me van a hablar de amor’ y ‘Quedémonos aquí’; con Horacio Ferrer, ‘Soy un circo’; y con Cátulo Castillo, ‘Perdóname’ y ‘El último café’.
Tres años antes de su muerte ‘Chupita’ alcanzó a grabar “Héctor Stamponi interpreta al piano su música” (1994), gracias a la insistencia de Litto Nebbia para su sello Melopea. En su último álbum recrea sus mejores con su piano florido y romántico.

Algunas versiones de ‘El último café’
Julio Sosa (simple de 1964): el barón del tango, el último de los cantantes tradicionales del tango, adorna el tango-canción con su garganta privilegiada a pesar de un coro molesto incluido en la grabación.
Roberto Goyeneche, con Baffa-Berlingieri (“Che bandoneón”, 1967): con el bandonéon de Ernesto Baffa y el piano de Osvaldo Berlingieri, el Polaco eleva este tema a alturas insospechadas.
Susana Rinaldi (“Sin estridencias”, 1991): La Tana Rinaldi en vivo desde un salón del edificio Torres de Manantiales de Mar del Plata aborda ‘El último café’ con su personal y sanguíneo estilo.
Rocío Durcal (“Entre tangos y mariachis”, 2001): La madrileña lo canta a modo de bolero azucarado, acentuando la veta romántica (y dramática) de la composición.
María Volonté (“Fuimos”, 2003): Volonté crea una atmósfera mágica junto al pianista Horacio Larumbe, que pinta el tango con sus inolvidables pinceladas de jazz.
Julia Zenko (“Vida mía”, 2006): Técnica y dulzura son los sinónimos de este abordaje que realiza Julia Zenko acompañada por el piano de Sonia Possetti.