sábado, 27 de noviembre de 2010

¡Ed Motta es música!


                   ED MOTTA ES MÚSICA

“Ed Motta no es músico - escribió el especialista Rodrigo Brandao en la gacetilla de prensa que acompañó el lanzamiento brasileño de “Poptical” (2003), séptimo álbum de su carrera - Es música, de la cabeza a los pies. Canta, toca, compone, produce y arregla. Pero, además de eso, respira música las 24 horas del día.”
Nativo de Rio de Janeiro, Ed Motta creció entre discos de vinilo en el barrio de Tijuca. Su madre contaba que de niño no le gustaban las canciones infantiles, su primer tema fue ‘You’re the Sunshine of My Life’, de Stevie Wonder. A pesar de comenzar a coleccionar historietas, la música pudo más y su obsesión de coleccionista lo ha llevado a poseer más de ¡30.000 vinilos!, de los cuales confiesa no tener uno preferido aunque ante los argentinos dice que atesora algunas rarezas como los primeros álbumes solistas del bajista Alfredo Remus o el segundo trabajo de Pescado Rabioso.
Pero Ed no se quedó solamente con la locura de los coleccionistas, comenzó formando una banda de hard rock bajo los influjos de Deep Purple y Black Sabath hasta que descubrió  el disco “Blow by Blow” de Jeff Beck que lo hizo retomar la senda de la música negra que había mamado desde sus inicios.
Ya en plan solista y luego de tres discos con buenas insinuaciones, graba “Manual prático para festas, bailes e afins, vol 1” (1997) y “Remixes & Aperitivos” (1998), que colocan rápidamente a Ed Motta en una buena posición en cuanto a ventas gracias a éxitos como ‘Fora da lei’ y ‘Manuel’; y lo más importante, estos discos se constituyeron en una fiel muestra de su perfil (aunque no el único): un brasileño con una gran voz (canta en portugués y en inglés y sus rangos vocales alcanzan los niveles de George Benson y Al Jarreau) que cultiva la música negra funk, soul y bailable con un gran dominio de una amplia gama de instrumentos.
En el 2000 Ed Motta prolonga la racha con “As segundas intenções do manual prático”, un disco con las intenciones bailables de sus predecesores, a pesar de contener baladas imbatibles de la talla de ‘Outono no Rio’ y de aproximaciones al jazz latino en ‘A Tijuca em Cinemascope’, un tema sin letra con el aporte vocal de Ed, más el aporte de un sampler de una voz femenina. Pese a la buena repercusión de estos discos, el cambio de década lo toma desprevenido a Ed. Decide pasar una temporada en Nueva York para volver con renovada energía y asociarse con Liminha, productor del mejor pop brasileño. Así nace “Dwitza” (2002), un álbum casi íntegramente instrumental donde Ed desarrolla su capacidad como instrumentista ejecutando esos teclados que tanto le gusta usar y que aparentemente están pasados de moda (piano Rhodes, Mini Moog, Oberheim, Arp String Ensemble y otros teclados vintage); además de utilizar su maravillosa voz como un instrumento más (en muchas canciones utiliza la técnica vocal del scat y muy a menudo canta palabras inventadas). “Fue un disco atípico – explica Ed - Pero me pasé la vida escuchando jazz instrumental, a trompetistas, saxofonistas, pianistas, y quise darme un gusto personal.”
Luego de “Poptical” (2003), un disco mayormente intimista, Ed Motta da rienda suelta a su imaginación con “Aystelum” (2005), combinando el free jazz con los musicales de Hollywood y acentuando los juegos vocales con la inclusión de instrumentos pasados de moda que él solo utiliza, pintando la mayoría de los registros de un tamiz un tanto inaccesible.    
Es cierto que tanto “Dwitza” como “Aystelum”, gozan del prestigio de la crítica especializada europea, norteamericana y japonesa debido a su formato arriesgado y conceptual; mientras que sus discos más comerciales tienen mayor aceptación en Brasil.  
Luego de tres años de silencio discográfico, Ed Motta, siempre inquieto,  edita en el 2008, “Chapter 9”, cantado casi íntegramente en inglés, prescindiendo del funk y el soul que lo caracteriza, para dedicarse a baladas que reflejan los standars de los años 50, cantando letras de Claudio Botelho y Rob Gallagher (este último ex-miembro de la banda de acid jazz Galliano). 
Con su último registro, “Piquenique” (2009), regresa al pop que supo hacerlo conocido y al mismo tiempo, marca la primera colaboración en las letras con la caricaturista Edna López, su esposa hace veinte años, con quien nunca habían realizado algo juntos. “A pesar de que nunca lo hicimos, surgió espontáneamente – cuenta Ed - Comenzó como una broma mientras estábamos en casa tomando vino. Ella fue una gran influencia en este álbum. Considero mis discos como películas. Puedo hacer uno ambientado en una época, otro de investigación científica, de drama o incluso un western. Tengo un sentido bien cinematográfico de la música. Este trabajo es una oda a la alegría, un disco de música claramente pop y encarado concienzudamente de esa manera.”
“Piquenique” no tiene nada que envidiarle a “Manual pratico…” en cuanto a ventas e intención bailable. Desde el comienzo, ‘Minha vida toda com voce’, su primera pista, invita al baile con su optimismo irreductible, al igual que la deliciosa ‘A Turma da Pilantragem’, a dúo con Maria Rita, que te contagian las ganas de cantar (y vivir). Bajando los decibeles, es imperdible el dueto vocal y en composición con Rita Lee en ‘Nefertiti’, donde homenajean a su manera al gran Miles Davis con este tema homónimo a una composición del gran trompetista.
“Ya yo hice muchas cosas diferentes: música para teatro y cine, discos inspirados en el free jazz y otros de pop y funk - dice Ed - Espero no haber agotado todo lo que me falta por descubrir musicalmente.”

Ed Motta es un caso extraño de músico y de cholulo al mismo tiempo. Lo ejemplifica su devoción por Luis Alberto Spinetta. “En realidad, de Spinetta tengo todo. Almendra, Invisible y Spinetta Jade, que es la etapa que más me gusta – cuenta Ed entusiasmado -  No existe nadie igual acá. Sería culturalmente muy bueno para nosotros que tuviéramos un Spinetta. Lo que más recuerdo de mi último recital en Argentina fue mi necesidad de conocerlo. El también tocó en el mismo Personal Fest en el que yo actué en el 2007, y fui hasta su camarín para saludarlo. Es lejos uno de los grandes artistas de América latina. De México para abajo el asunto es con él.”
Se entusiasma hablando de discos de jazz argentinos (Jorge López Ruiz, el saxofonista Chivo Borraro, el pianista Fernando Gelbard) o pregunta por el guitarrista Agustín Pereyra Lucena, cultor de la música brasileña, de quien Ed compró todos sus discos en uno de sus viajes a Japón.
Para demostrar que Ed Motta es música, en cada lugar que visita o en cualquier entrevista que le realizan, se encarga de preguntar por los artistas del lugar o de pedir direcciones de disquerías que trataran en vano de saciar su apetito voraz por consumir música. A los que nos gusta Ed Motta no nos molesta su obsesión de coleccionista, siempre y cuando continúe creando sus joyitas musicales, alternando el pop bailable con los riesgos artísticos.



miércoles, 10 de noviembre de 2010

El hambre y las ganas de comer



    EL HAMBRE Y LAS GANAS DE COMER

Cuando estamos trabajando o haciendo alguna labor, es común que pongamos música para acompañarnos; esas músicas nos sirven, digamos, de compañía. En otros casos, se utiliza para ‘llenar’ un ambiente o local; y por supuesto, está la música que escuchamos en cafés, pubs; o que bailamos en las discos, bailantas u otros lugares bailables.
Pero hay discos (y músicos) que no se pueden escuchar con liviandad. Hay que poner todos los sentidos al servicio de esa música y esas palabras. Son canciones que requieren toda la atención, por su factura letrística, musical y por el propósito con que fueron creadas.
Este es el caso de “El hambre y las ganas de comer” (2010), disco compartido entre el músico Gabo Ferro y el escritor Pablo Ramos que contiene un ramillete de canciones que se meten en tu mente y cuerpo y te sacuden cual vendaval. Hay tres componentes madres en estos temas que los erige como fundamentales, imprescindibles: las letras de Pablo Ramos (por primera vez Gabo prescinde de escribir sus letras); la música de Gabo Ferro (abrevando de la música popular, pero siempre con su sello distintivo); y la voz de Gabo, tan bella como indescifrable, por momentos sensible, a veces desgarradora, siempre personalísima al extremo.
Pablo Ramos es un escritor que estoy descubriendo al mismo tiempo que ustedes, de quién se puede leer sus impresiones y algunos textos en su blog ‘La arquitectura de la mentira’. Pablo conoció a Gabo a través de ‘Madera rosa’, tema de “Canciones que un hombre no debería cantar” (2000), en un momento que estaba mal por un traspié afectivo.
Gabo Ferro es un trovador comprometido con la canción de este siglo (cuenta con dos libros publicados de investigación histórica) y conoció a Pablo Ramos leyendo ‘Cuando lo peor haya pasado’, su primer libro de cuentos. Se prometieron hacer algo juntos, pero fue recién cuando estuvieron a miles de kilómetros de distancia, que nació el proyecto.
Gabo, inmerso en el calor del verano porteño, y Pablo, desde un Berlín con 20 grados bajo cero, con una beca y trabajando en la corrección de ‘En cinco minutos levántate María’, su última novela, comenzaron, vía Internet a trabajar juntos. El puntapié inicial lo dio Pablo, cuando le mandó un mail a Gabo. “Yo sabía que Gabo estaba medio mal y le empecé a mandar mails – le cuenta Pablo a Página 12 - La excusa para los que me preocupan es mandarles mails, y él me preocupaba ese verano. Yo laburaba toda la noche, y cuando terminaba, en ese agotamiento del amanecer, le mandaba las primeras palabras del día. Se las mandaba en el cuerpo del mail, superando todo pudor, porque yo tengo faltas de ortografía cuando escribo, reviso mucho, no tuve una educación muy buena. Empecé a escribir letras; no poesías, letras, que no es lo mismo: soy músico aficionado y puedo entender una métrica, qué palabras necesita una canción.”
Gabo, por su parte y para el mismo medio, explicó: “Soy de los que creen que el que escribe trae, de un otro lugar, algo, y lo pone en esta dimensión. Esa cosa mágica es la manera en la que yo trabajo, tanto para interpretar como para componer una canción. Cuando leo o escucho algo que me conmueve no puedo evitar sentir que hay un lugar de origen donde esa autora o ese autor y yo tenemos algo en común. Y eso me pasó con él. Yo creo tener recuerdos anteriores de haber hablado con Pablo. Sé que nos conocimos en 2006, pero yo creo tener recuerdos de antes y me esfuerzo por encontrarlos. El no me resulta ajeno, físicamente no me resulta ajeno, su voz no me resulta ajena. Creo que hay un lugar original que no puedo explicar y un tiempo original que no puedo explicar. Cuando leí sus cuentos, leí sus trabajos, yo ya los conocía. Y hay momentos en los que leía y sabía lo que seguía en la página siguiente y no porque fuera predecible: conocía de antes ese texto. Somos dos instrumentos, uno de cuerda y otro de vientos pero que están afinados en la misma escala”.
El título del disco surgió después de que un hombre mayor se acercara a Gabo Ferro después de un concierto para preguntarle si el rumor acerca de que estaba por grabar un disco con Pablo Ramos era cierto. Gabo se lo confirmó y el hombre se fue preocupado, después de reflexionar: “Se juntaron el hambre y las ganas de comer”.

Las canciones
“El hambre y las ganas de comer” comienza con ‘Adiós’, tema de una tristeza indecible, mientras Gabo canta: “Cuando las promesas suden a palabras, a ilusiones vencidas / cuando sientas en mis manos la nostalgia de caricias perdidas / ese es el momento de decir adiós, es el momento de decirlo / Cuando al pensarlo parezca fue mentira, lo nuestro fue mentira / y evitemos la mirada, un encuentro que nos deje a la deriva / es el momento de decir adiós, es el momento de decirlo… Adiós, abracadabra de esta agonía / puñal de dos filos clavado en la espina / adiós amor adiós, hasta tal vez algún día…”
‘Codeína’ es otra de esas canciones que te noquean con un cross en la mandíbula con palabras surgidas, tal vez, de rasgos autobiográficos del letrista:
“Como la huella que nunca dejan, los pajaritos, las comadrejas / soy una nube, soy una estrella, un condenado arriba de un vagón / dos bolsas negras bajo los ojos, un gato chueco, otro pelirrojo, un arco iris, un arco y flecha / soy candidato a la crucifixión / Y en el cielo dibujo anzuelos, y en los baños falos extraños, y en las nubes gordos querubes… tengo la lengua como el camaleón… / Subo ascensores, bajo escaleras, rodilla rota rodilla entera / cinco jarabes de codeína (la cocaína, mamá, era peor) / hay un museo en un mausoleo que dice: ‘loco, pronto te espero’ / Hay una nota y es un silbido que va a llevarme derecho al olvido / Y en el cielo dibujo anzuelos, y en los baños falos extraños, y en las nubes gordos querubes… tengo la lengua como el camaleón…”
En ‘Oda paco’, con la participación vocal de Miss Bolivia, Gabo Ferro y Pablo Ramos te hacen reflexionar acerca de los desclasados, los sin nombre, los invisibles:
“(Meto de prepo mis cosas adentro donde estoy latiendo pero muerto)
Nací sin estrella vivo sin ella por tener coraje me crié en la calle /me refugio en ella con un poco de esto paco que es mierda pa’ vos / lleno la mesa de los que me acechan los tigres raros los dementes esos los habilitados pa’ regar mi sangre pa’ cortar mis manos / no elegí este lado no me odies tanto poco me queda / soy de los que duran pocas primaveras verás tan amarga y fría la gris nariz que es un poco lenta / y es mejor que meta mis cosas adentro donde estoy latiendo donde estoy muriendo / yo no soy tu hermano no tengo familia no soy descendiente de tu buena gente / no tengo grafía me faltan los dientes y mi geografía es la de la muerte / no tengo alma pa’ llevarme algo tengo que jugarme mano contra mano / cosecho entierros reparto daños nací y me dieron un fierro en la mano / y esto que es de piedra y dura un rato pa’ vos es mierda sociedad moral/ propiedad estatal documento único nacional identidad no hay / en la cárcel te dan siempre por atrás porque no hay lugar pa’ respetar / a quien no nació ni puede votar ese soy yo / yo soy el que está el que no se ve el que va tapado pero tiene fe un escapulario de mi dios urbano el que compensa tu mente violenta y rubrica sobre la boleta que justifica ese odio enfermo en tu cabeza (ay ay ay) / yo soy del color de esta misma tierra y no tengo nada más que la miseria / mi calma y mis huesos: mierda / mis ilusiones y mi suerte: mierda / mi soledad y mi muerte: mierda / mi humanidad y mis sueños: mierda / al taco: yo soy el que te fuma paco / al taco: yo soy el que se muere paco.”
En “El hambre y las ganas de comer” hay también despecho a ritmo de vals (‘Esta vez lo hiciste’); correntadas que se llevan todo pero que al mismo tiempo lavan la sangre de la última matanza (‘Agua zarpada’); homenaje a las Abuelas de Plaza de Mayo (‘Los que quieran’); mimos al corazón (‘Campito santo’); humor en un desentendido entre amantes (‘Azul’); y elucubraciones acerca del alma (‘Para caer’).
¿Quién sabe?, quizás la sociedad Ferro-Ramos perdure y continúe creciendo hasta transformarse en un clásico de la canción argentina de esta primera década del año 2000. De lo que no hay duda es que si dentro de 60 o 70 años alguien quiere bucear por su alma a través de una buena canción, podrá recurrir a “El hambre y las ganas de comer”, que seguirá tan fresco y lozano como la primera vez que alguien escuchó sus canciones.

martes, 2 de noviembre de 2010

Ay... mi amor...

Atención enamorados y desamorados, ahí va una guía para internarse a través de algunas canciones, por los raros e insondables vericuetos de nuestras pasiones. (Artículo publicado en el diario La Mañana de Bolívar, allí por diciembre del 2006).


                 AY... MI AMOR...


Desde los albores de la historia de la humanidad, en todas las manifestacións artísticas, el amor ha sido la principal fuente de inspiración para los artistas. Es que, ¿qué no hemos hecho los hombres por amor? Y hablo de los hombres, no por una cuestión de machismo, sino porque sólo apenas puedo hablar con cierto conocimiento de mi género y sus padecimientos.
Las historias de amor, como sus combinaciones, sus tragedias y sus finales felices, son infinitas. El destino, la casualidad, la crueldad, el engaño, el drama y tantos otros elementos entran en juego para que el amor continue, se desande o esfume. Y ahí vamos los hombres, detrás de quimeras, locuras o desvaríos; ahí vamos detrás de amores imposibles, prohibidos, para toda la vida o por una noche...
Y en el camino, en la búsqueda y en el soñar, está la inspiración, esa que hace a los poetas y a los compositores soñar despiertos, mientras tanto, nosotros, el resto de los hombres, sufrimos escuchando...
A continuación les brindo una lista de canciones ilustrativas sobre amores y desamores absolutamente personal que ustedes podrán agregar o quitar dependiendo de gustos o sufrimientos correspondientes:

Romance de Curro "el Palmo" - Antonio Vega o la tragedia de Curro:

"Ay mi amor, si tí no entiendo el despertar
Ay mi amor, sin tí mi cama es ancha
Ay mi amor, que me desvela la verdad
entre tú y yo, la soledad y un manojillo de escarcha..."

Canta Antonio Vega el tema de Serrat. Terrible canción de amor imposible. Himno al amor no correspondido. Al desamor se le suma la burla y Curro, luego de entregarse a toda clase de desenfrenos, muere cantando de pena...

Ruido - Joaquín Sabina o la crónica de una muerte anunciada:

"Descubrieron que los besos no sabían a nada
hubo una epidemia de tristeza en la ciudad
se borraron las pisadas, se apagaron los latidos,
y con tanto ruido no se oyó el ruido del mar..."

'La canción perfecta' de Sabina. Por la historia, por su poesía, por la música con la justa tensión dramática al servicio de la historia, por la exacta simbiosis entre letra y música. Para sufrir indefinidamente escuchando o para sufrir escuchando indefinidamente...

Lobo López - Kiko Veneno o la oportunidad desperdiciada:

"Iba el Lobo López tragando saliva
por no hablar a tiempo su amor se le iba
y pensar que ahí fuera hay todo un plantel
de chicas hermosas, flores temblorosas, por dejarse comer..."

¡Atención amantes de todas las mujeres! El tipo es un mujeriego empedernido pero hay una sola mujer que lo desvive. Está claro que Lobo López perdió su oportunidad por no decidirse entre el amor de su vida... y el resto de las mujeres...

De alguna manera - Luis Eduardo Aute o el manual para el olvido:

"De alguna manera tendré que olvidarte
por mucho que quiera no es fácil ya sabes
me faltan las fuerzas, ha sido muy tarde
y nada más, y nada más, apenas nada más..."

El terrible sufrimiento (y a menudo imposible) de intentar olvidar 'el amor' de nuestras vidas. Faltan las fuerzas, las horas se estiran, las noches te cercan y el recuerdo te atormenta... No se aconseja su audición en endeble condición anímica...


No te quiero sino porque te quiero - Antonio Vega o el amor a sangre y fuego:

"No te quiero sino porque te quiero y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero pasa mi corazón del frío al fuego.
Te quiero sólo porque a tí te quiero, te odio sin fin y odiándote te ruego
y la medida de mi amor viajero es no verte y amarte como un ciego..."

En un disco escondido, tributo a Pablo Neruda, Antonio Vega musicaliza este poema de Neruda que paraliza. La canción con aires acústicos transcurre lánguidamente 'a sangre y fuego'. Altamente recomendado (en dosis cuidadosamente prescriptas) para los torturados y desahuciados.

Isn't a Pitty (No es una lástima) - George Harrison o el final poco feliz:

"Isn´t it a Pitty (No es una lástima)
 Isn´t it a Shame (No es una vergüenza)
 How We Break Each Other's Hearts (Cómo nos rompimos el corazón el uno al otro)
And Cause Each Other's Pain (Y nos causamos dolor)
How We Take Each Other's Love (Cómo tomamos el amor del otro)
Without Thinking Any More  (Sin pensar nunca más)
Forgetting to Give Back  (Olvidándonos de devolverlo)
Isn't it a Pitty... (No es una lástima...)"

Digno cierre con esta terrible balada de amores y pérdidas. El gran Harrison canta y se desangra por ese final no esperado. El tema va in crescendo a medida que transcurre, al mismo tiempo que aumenta la pena y el desgarro...


Llegamos al final. Espero que les haya servido de algo este ramillete de canciones; algunas de ellas nos brindan cierto consuelo, otras son un bálsamo para nuestras penas.
Es así nomás, desde tiempos inmemoriales nos consagramos al amor con éxitos y fracasos. Lo buscamos con resultados inciertos, pero sin cejar, aún sin conocer las derivaciones y en que condiciones terminaremos en el intento.
Salud a los enamorados y a los desenamorados. Salud a los que celebran el amor, y a los que lo sufren, escuchando canciones...

P.D: un agregado que nunca apareció y que merece ser publicado. De un disco viejito de Jairo, “Flechas de neón”, con letras de Daniel Salzano y música del propio Jairo, va una bella canción sobre el amor que servirá de digno broche de cierre.

Canción de los aerolitos

Lo que dijo la sueca Ingrid Bergman
Al saber por quién doblan las campanas
Es lo mismo que dijo el mago Mandrake
Al ver dormir a la princesa Lana

Lo que dijo la novia de Gardel
Al sentir el rayo misterioso
Es lo mismo que dijo el Fantasma de la Ópera
Al ponerse para siempre la careta

Amor mío… amor mío….

Lo que dijo el mono King Kong
Lo que dijo el astronauta
Lo que dijo Ingrid Bergman
Lo que dijo el Fantasma
Es lo mismo que yo digo ante la máquina del bar
Cuando veo caer los aerolitos

Amor mío… amor mío…